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LA REFORMA DE LOS ESTUDIOS FILOSOFICOS. 237 Pues si Jovellanos mantendrá su línea pedagógica ilustrada hasta el fin de sus días, como atestigua su breve y malograda estancia al frente del Ministerio de Gracia y Justicia (1797), sus reflexiones de prisión en Bellver (1801-1808) y sus bases para un Plan general de Instrucción pública (1809), en lo político y religioso aquella línea sufrió notoria inflexión. La disociación de elementos, antes fundidos, se produjo, como en otros casos contemporáneos, a causa del «escándalo» de la revolución francesa, con sus ataques al «trono y al altar», según expresión manejada por el propio Jovellanos y que haría época. Las distintas actitudes sucesivas en ese terreno corresponden, en el de la ideología, al relevo de la expresión «libertad filosófica» por la de «licencia de filosofar», también jovellanesca; y, en el escenario nacional, al cambio de la serenidad neoclásica de los años del tercer Borbón por la turbulencia goyesca que caracteriza los avatares del país y del mundo en las décadas de su hijo y de su nieto. Cuando Jovellanos acomete, por encargo de Carlos III, la reforma del Colegio salmantino de Calatrava, se propone dotarle de un régimen eficaz en lo institucional, en lo económico y en lo literario, tal que pueda servir de modelo a la misma universidad21. Este plan sería la coronación de una intrahistoria colegial a ritmo lento. La renovación de dicho centro se había iniciado en 1779, con un memorial de su rector, que lo era un clérigo ilustrado. Este ponía en solfa la educación impartida en el colegio de su Orden Militar. Tres años más tarde ofre­ cía él mismo un nuevo plan de estudios, subrayando, entre las causas de la decadencia, el desconocimiento del latín y de la moral y, entre los remedios, el estudiar más humanidades y filosofía. El sector tradicionalista de la Orden de Calatrava reaccionó contra el innovador al modo usual, declarando sediciosas sus pretendidas me­ joras, por ir contra las «definiciones» de aquélla. Sin embargo, estos conservadores, espoleados por la crítica, lanzarían su propio plan, en 21. «El día de la reforma de los Estudios públicos no puede estar distante, y el plan interino, imperfecto e incompleto de la universidad debe ser entonces subrogado por otro, que, si ha de ser bueno, no distará de los principios del mío». Cit. por J. C aso G o n zález , Gaspar Melchor de Jovellanos. Reglamento para el Colegio de Calatrava. Primera edición crítica, prólogo y notas de J. C. G., Gijón 1964, 22. Utilizamos esa edición y la de C. N ocedal , Obras publi­ cadas e inéditas de Don Melchor Gaspar de Jovellanos, en la BAE de Rivade- neira, Madrid 1951, t. 46, 168-229. Sobre la dieciochista obsesión educativa en España, cf. M. A. G alin o , Tres hombres y un problema: Feijoo, Sarmiento y Jovellanos ante la educación moderna, Madrid 1953. 2

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