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152 ALEJANDRO ROLDAN VILLER suadidos de que si el ambiente social de su tiempo hubiese condicio­ nado el éxito de su predicación, habría atendido a éste. Esto quiere decir paralelamente, que si Jesucristo actuase hoy día, y viese que su mensaje no iba a ser recibido si no se definía en el problema de la justicia, se habría definido a su favor. Esta es la razón por la que hoy la Iglesia, viendo que se juega su credibilidad en la predicación del Evangelio si no se pone decidida y activamente de parte de los margi­ nados, como algo previo o simultáneo a su misión espiritual, se ha pronunciado decididamente por la promoción de la justicia y la lucha contra la injusticia, no porque ésta sea su misión específica, sino porque es hoy una «condición sine qua non » para la predicación y aceptación del Evangelio. El Vaticano II afirma sin ambages que la misión que Cristo confió a su Iglesia: «no es de orden político, económico o social. El fin que le asignó es de orden religioso» 29; «la Iglesia tiene una finalidad esca- tológica y de salvación, que sólo en el siglo futuro podrá alcanzar ple­ namente» 30. Su misión es la: «de anunciar el Reino de Cristo y de Dios, de establecerlo en medio de todas las gentes, y constituye en la tierra el germen y el principio de este Reino»31. «Pero precisamente por esta misma misión religiosa derivan tareas, luces y energías, que pueden servir para establecer y consolidar la comunidad humana según la ley divina. Más aun, donde sea necesario, según las circunstancias de tiempo y de lugar, la misión de la Iglesia puede crear, mejor dicho, debe crear, obras al servicio de todos, particularmente de los necesi­ tados, como son, por ejemplo, las obras de misericordia u otras seme­ jantes» 32. No hay, pues, relación intrínseca entre fe y promoción de la jus­ ticia, sino sólo extrínseca. La promoción de la justicia es hoy simple­ mente una «condición de credibilidad» de la fe que la Iglesia predica, en unos momentos como los actuales en que son demasiados los que dudan de la existencia de un Dios-amor, porque permite tan enormes males. Resumiendo la idea, diríamos que hoy día debe la Iglesia de­ cantarse positivamente en el problema de la promoción de la justicia por dos razones: primera por exigirlo el mundo de hoy, y segunda porque el oprimido es siempre digno de especial amor y misericordia. 29 . Gaudium et Spes 42 . 30 . Gaudium et Spes 40 . 31 . Lumen Gentium 5. 32 . Gaudium et Spes 42 .

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