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150 ALEJANDRO ROLDAN VILLER darle: «Hombre, ¿quién me ha constituido juez y repartidor entre vosotros?» 22. Y es que Cristo no entra en éste, como en otros muchos temas, porque —como él mismo nos dice— su misión es muy otra. Ha venido al mundo: «para dar testimonio de la verdad» 23; su Reino no es de este mundo, sino que es el Reino de la verdad24. No ha venido a implantar la justicia humana en la tierra. Ha venido a liberar a la humanidad del pecado (por lo que no podía impedir la gravísima injus ticia que se le hacía); ha venido a «predicar» la verdad en su más amplio sentido; ha venido a «vivir» la justicia, dando así testimonio de ella; pero no ha venido a instaurar utopías, como lo sería un Reino terrenal en el que reinase la justicia humana. Desde el momento en que Dios concedió al hombre el don de la libertad, el mal, la injus ticia, son inevitables sobre la tierra, y es ilusorio soñar con una situa ción en la que la justicia reine plenamente. Cristo quiere la justicia, pero (supuesta nuestra naturaleza caída, que el hombre se ha buscado con su conducta libre y el egoísmo consiguiente) parece mirar con rea lismo a la justicia terrenal, como a un límite al que hay que aspirar, y por el que hay que esforzarse por lograr; pero no como una meta que haya que conseguir a toda costa sin mirar en los medios. Esa es la razón de que no haya hablado directamente de la esclavitud, ni en general de la injusticia como estructura, siguiendo el principio del recto obrar, que recomienda no tocar nunca problemas que no tienen solución, o que no la tienen sino pasando por métodos violentos. Por principio, aJesucristo nosólo no lepasó por lamente ponerse al frente de los esclavos,comolointentaraantesEspartaco en elImperio Romano, sino que predicó siempre la bienaventuranza de los no-vio- lentos, de los mansos 25, la de los que tienen hambre y sed de justicia, la de los que por causa de él serán objeto de injusticia 26. Sin embargo, aunque Cristo no entre en el tema de la promoción de la justicia humana, lo cierto es que eligió a los pobres y marginados de la sociedad de entonces como sus oyentes habituales. Eso nos lleva a la conclusión de que se acercó a ellos, no «por la vía de la estricta justicia», sino «por la del amor»; no por el camino de la justicia 22. Le 12, 14. 23. Jn 18, 37. 24. Jn 18, 36. 25. Mt 5, 4. 26 Le 6, 22.
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