PS_NyG_1981v028n001p0145_01540410

148 ALEJANDRO ROLDAN V ILL ER Dios es ésta: «Siervos inútiles somos; no hicimos más de lo que debíamos h acer»7. Pues bien, para exponer esta doctrina, toma un ejemplo (sin que nada le forzara a ello) del ambiente social de entonces sin condenarlo ni aprobarlo, pero que le venía bien para inculcar su doctrina: «Si uno de vosotros —dice— tiene un esclavo, ocupado en la labranza o en el pastoreo, cuando llega a casa a su vuelta del campo, ¿acaso le dirá: «Presto ve acá, ponte a la mesa»? ¿No le dirá más bien: «Prepárame de cenar y ciñéndote sírveme, hasta que yo coma y beba, y después comerás y beberás tú ?» ¿por ventura queda agra­ decido al esclavo porque cumplió lo que le había ordenado?» (Le 7-9). Hoy nos subleva el tipo de relaciones sociales entre señor y y esclavo que supone este relato. Sin embargo, Cristo no sólo no emite juicio alguno de valor sobre él, sino que lo usa con toda natu­ ralidad como ejemplo, para inculcar una doctrina en un ambiente que lo admitía. Creemos que con ello Cristo muestra claramente su actitud ante este problema social de gravísima injusticia: actúa y habla como quien no tiene prejuicios sociales, y acepta en la vida el ambiente social de entonces sin juzgarlo, en orden a exponer su doctrina. Parece claro que las ideas «sociales» que hoy nos preocupan, no entraban en sus planes: prescindía de ellas. Es como si Cristo hubiese dicho al hablar (como sin duda lo hizo, usando el lenguaje popular) que «el Sol sale». No se habría pronunciado con ello ni en pro de la teoría geocéntrica que expondría más tarde Tolomeo, ni en contra de la teoría heliocéntrica que posteriormente defendería Copérnico; simple­ mente habría prescindido de ellas usando el modo corriente y popular de expresarse los hombres. Por otra parte, Cristo no hace discriminación alguna clasista en su actividad pastoral: se dirige indistintamente tanto a los pobres como a los ricos, y a los de clase media. Sin detenernos ahora en su predilec­ ción por los pobres, que es clara (porque son los más, y sobre todo porque son los más necesitados y objeto por lo mismo de misericordia), se acerca también pastoralmente a los ricos, que necesitan, como todos, ayuda espiritual: va al acaudalado Zaqueo para regenerarle espiritual­ mente 8; al mentalizado cambista Mateo, para redimirle espiritualmen­ te y elegirle como apóstol9; y al noble magistrado Nicodemo para 7. Le 17, 10. 8. Le 19, 9-10. 9. Mt 9, 9-13.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz