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122 ROMAN SANCHEZ CHAMOSO El libro de la Sabiduría 9, 2-3 explicita el dominio del hombre sobre la tierra en términos de gobierno e imperio 7. Pero el hombre no aparece como rey y señor absoluto de la creación, sino como encar gado o lugarteniente de Dios. Es dueño y custodio, pero no explotador y destructor de lo creado 8. El hombre prolonga sobre la tierra que se le ha confiado la acción del Creador; la creación salida de las manos de Dios es rudimentaria y está llena de secretos por lo que debe ser proseguida y escrutada por el hombre mediante el trabajo, acto cor poral que implica su libertad, su creatividad y su capacidad de reali zarse a través del mismo. Este trabajo de servicio y de dominio que le incumbe desde el principio no es abolido por el Nuevo Testamento, ni siquiera en los mayores fervores escatológicos, por lo cual llega a decir San Pablo: «Si alguien no trabaja, que no coma» 9. En conclu sión, el hombre en cuanto creatura de Dios tiene una misión sobre la obra salida de las manos divinas y la lleva a cabo en cuanto «imagen de Dios», imagen activa y dinámica que se vierte en la acción trans formadora y perfeccionadora del mundo. El mundo es el campo de su actividad y de su responsabilidad. d) La trayectoria seguida por la Iglesia ante el progreso humano tiene una historia que puede ser representada por una línea ascendente y positiva, pero que no por ello desconoce altibajos y retrocesos, titu beos e incluso posturas que posteriormente ha debido rectificar. Tra yectoria histórica de luces y sombras, pero con una orientación indis cutible hacia la luz. Lo cual nos explica que se den lagunas que no deben escamotearse. Buscando la luz, la Iglesia, «Mysterium lunae» como gustaban llamarla los Padres, ha pasado por fases de penumbra y de eclipses como el resto de la humanidad. No obstante, habrá que distinguir cuidadosamente la materia sobre la que en cada momento se trata: cuestiones estrictamente científicas o cuestiones morales y religiosas. La Iglesia no goza de franquicia alguna en las primeras. Las relaciones de la Iglesia con el progreso conoce también puntos oscuros 7. La relación del hombre con la creación, relación expresada en términos de «realeza» o señorío, es objeto de especial atención por parte de Juan Pa blo II. Pero la cuestión es determinar qué clase de señorío es el que aquí se confía al hombre, de lo cual se ocupa la encíclica Redemptor hominis 16. (En adelante: RH). 8. Seria advertencia de Juan Pablo II que adquiere en nuestros días una urgente actualidad: cf. RH 15. 9. 2 Tes 3, 6-12; cf. 1 Tes 5, 14; GS 40.
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