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120 ROMAN SANCHEZ CHAMOSO que lleva a la verdad. La Iglesia es la primera en ponerse a la escucha de la verdad, porque verdad es «a-letheia», desvelamiento o revelación y no conquista; no poseemos, sino que somos poseídos por la verdad. Pero la Iglesia tiene además motivos específicos y más urgentes para ponerse a la escucha de la verdad. Sabedora de que se le ha confiado un depósito de verdad para ser fielmente custodiado y transmitido, debe ser la primera discípula en actitud constante de escucha. Por eso el camino de la Iglesia es el de todos los que buscan la verdad. Pero además debe ser estímulo constante ante el desaliento, porque puede garantizar que no se busca en vano: «Busquemos con el afán de encontrar y encontremos con el deseo de buscar aun más» 3. La Iglesia sabe y proclama que la fe es la gran aliada de la inte­ ligencia, y que ambas están al servicio de la misma verdad. El Dios que confiesa es al mismo tiempo el creador de la inteligencia y el autor de la fe. De él proviene una y otra. Se necesitan mutuamente y en el hombre creyente encuentran una sorprendente unidad de acción4. La fe no es un grito descarnado sino una actitud razonable del hombre. El conocimiento que el hombre tiene de la verdad obtenida por su inteligencia se puede prolongar gracias a la fe. El creyente debe estar dispuesto siempre a dar razón de su esperanza (1 Pe 3, 15), busca la verdad con verdadera pasión, y lo hace por caminos de razón y por caminos de fe. Ambos llevan a la misma meta porque la verdad es única. b) Por lo que se refiere al desarrollo de la persona humana, nada le resulta ajeno a la Iglesia y su compromiso con dicha tarea no admite recortes. Así se explica su lucha en vanguardia por los derechos huma­ nos fundamentales y, de modo especial, en los casos en que son más fácilmente vulnerados: defensa de los pobres y de los marginados, de los indefensos y de los sin voz para quienes debe ser incondicional defensora ante cualquier poder que los amenace. La explicación última de esta defensa a ultranza es de orden religioso y los derechos que 3. S. A g u st ín , De Trinit. XV, 28, 51: ML 42. 1099. 4. «Desidero aliquatenus intelligere veritatem tuam, quam credit et amat cor meum» (S. A n s e lm o , Proslogion 1: ML 158, 227). «Id quod credimus, nosse et intelligere cupimus» (S. A g u s t í n , De lib. arbit. II, 2, 5: ML 32. 1246; De Trinit. IV, 1: ML 42, 961; XV, 27, 40: ML 42, 1096). «Desideravi intellectu videre quod credidi. et multum disputavi et laboravi» (S. A g u s t ín , De Trinit. XV, 28, 51: ML 42, 1098). La razón informada por la fe, y actuando en un mismo sujeto racional-creyente, puede alcanzar un conocimiento muy fructuoso del misterio de Dios, nos dice la doctrina de la Iglesia: D 3016 (1796).

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