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136 ROMAN SANCHEZ CHAMOSO y padecer y, al final, no puede haber sino negación y desesperación. La religión es, por tanto, el fundamento de la ética, y la ética, el presupuesto de la existencia. Nosotros, en efecto, tenemos que tomar decisiones a diario, tenemos que saber o cuando menos vislumbrar los valores, conforme a los cuales orientamos nuestra acción»39. Si se ignora absolutamente la ética y la religión, es como si se hundiese el suelo bajo nuestros pies y hubiera que renunciar a cualquier base sólida sobre la que construir. Distinta es la situación en el campo de las ciencias humanas, sobre todo entre los psicólogos y psicoterapeutas. No obstante, también aquí cabe levantar acta del significativo cambio de actitud ante la religión, y del notable distanciamiento de autores como Adler, Jung y Frankl comparado con la actitud radicalmente negativa y beligerante de su maestro Freud. Psicoanalistas más recientes declaran sin rebozo la rela­ ción existente entre el retroceso de la religiosidad y la creciente des­ orientación e inestabilidad de las personas en nuestra sociedad, la relación entre carencia de normas y la falta de sentido. Desde hace algún tiempo son posibles, algo impensable para Freud, coloquios entre teólogos y psicoterapeutas, como por otra parte sigue siendo noticia, con el presumible escándalo para Marx y los virulentos dicterios de los marxistas ortodoxos, el diálogo entre cristianos y neomarxistas. Las ventajas de este cambio de actitud son mutuas, el contacto está ha­ ciendo posible el acercamiento en muchas cuestiones y el abandono de posturas ideológicas irreconciliables y obsoletas. Sólo una fundamentación última de la ética en Dios puede propor­ cionar suelo firme y puede dotar a la ciencia de un valor que necesita como guía y norte de su andadura. Se experimenta la necesidad de una barrera que cierre el camino a la ola de permisividad, al subjeti­ vismo científico irresponsable y, en definitiva, al nihilismo y a cual­ quier especie de totalitarismo. Si escuchamos atentamente a la ciencia, es ella misma quien nos dice que no tiene la última palabra sobre el hombre, que no puede ser absolutamente neutra, que necesita de un fundamento ético para ser verdaderamente humana. e) El verdadero p rogreso humano. Para que el progreso sea real­ mente humano y digno del hombre tiene que ajustarse a determinados criterios que podemos resumir en estas notas 40: 39. Citado por H. Küng, ¿E xiste D ios?, 754. 40. Cf. R. L a u re n tin , o . c ., 222-226, quien sigue las huellas de los traba­ jo s de L. J. L e b r e t .

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