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IGLESIA Y PROGRESO HUMANO 129 sido revocado el mensaje del Génesis, ni tampoco la confianza depo­ sitada por Dios en el hombre como continuador de su obra. La Iglesia carece de especial competencia técnica o científica sobre el progreso y no cabe esperar por ahí su aportación peculiar. La Iglesia valora y defiende ante todo el aspecto humano, ético y moral del progreso. Por otra parte, el progreso que propugna debe ser integral, saliendo así al pasado de muchas trampas del progreso actual. Ante­ pone el ser al tener, la educación a la instrucción, lo cualitativo sobre lo cuantitativo. Especial mención merece la atención que presta a toda la persona y a todas las personas, lo cual la hace defensora de «otros valores» y de los que «no pueden defender sus derechos» 29. La Iglesia enseña que el verdadero progreso humano no es sin más equivalente de desarrollo o mejoramiento material de la vida; aparece así como la instancia crítica contra el desarrollismo a ultranza, contra la sociedad consumista o la civilización del tener. La Iglesia debe asumir a veces el papel de denunciadora profètica ante un falaz progreso, v. gr., ante el desarrollo unilateral del hombre, ante el dete­ rioro del «habitat» humano, ante el uso de medios antihumanos como el desarrollo a costa de vidas humanas, ante el prometeísmo científico y el infantilismo espiritual del hombre de hoy, ante la «falta de alma» de nuestra civilización, ante el abuso que se hace del que es víctima inocente 30. En definitiva, todo esto lo hace la Iglesia porque sabe que se debe al hombre y que existe para el hombre, y nada verdaderamente humano le es ajeno. Allí donde se juega algo decisivo para el hombre tiene un puesto propio la Iglesia; es una consecuencia del misterio de la Encarnación31. 29. Cf. R. L a u re n tin , o . c ., 109 s. 30. Este papel lo asume valientemente Juan Pablo II, levantando su voz como enérgica denuncia de un desarrollo que no puede llamarse progreso en muchas de sus facetas porque es inhumano: cf. RH 14 y 15, pero sobre todo n. 16 («¿Progreso o amenaza?»), donde se hace la diagnosis de la situación ac­ tual con fuertes tintas. 31. En la encíclica RH se da una fuerte concentración antropológica de forma que el hombre queda constituido enel centro de interés, cf. n. 14. No olvidemos el fundamento cristológico de esta argumentación de Juan Pablo IT: «dimensión humana del misterio de la redención» (n. 10), «el misterio de Cris­ to en la base de la misión cristiana» (nn. 11-12), «Cristo se ha unido a todo hombre» (n. 13). 9

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