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CARISMA RELIGIOSO E INSERCION DIOCESANA 111 «Todos los Institutos religiosos han nacido para la Iglesia; obligación de los mismos es enriquecerla con sus propias características en confor­ midad con su espíritu peculiar y su misión específica»34. Es muy sugerente — por lo menos a mí me lo parece— la insis­ tencia que pone Mutuae Kelationes en recomendar a los obispos que, en lo que dependa de ellos, insten a los religiosos para que sean fieles a su carisma específico dentro de la Iglesia. Y digo que es sugerente porque evidentemente cualquier obispo responsable debe estar hoy hondamente preocupado por las muchas y urgentes tareas evangeliza- doras de su Diócesis; la evangelización de una Diócesis reviste hoy dificultades que hasta ahora eran desconocidas. Pero, entonces, es lógico que cualquier obispo esté interesado, hoy de forma especial, en la inserción diocesana de los religiosos; de hecho muchos obispos mues­ tran hoy tener esa preocupación. Ahora bien, a los obispos, que sienten esa preocupación y que es lógico que la sientan, la Santa Sede les advierte que deben ser ellos mismos los que, a la vez que buscan la cooperación de los religiosos, deben pedir y hasta exigir a los religiosos que sean fieles a su misión específica, a su carisma de religiosos. He aquí algunos testimonios de Mutuae Relationes donde aparece reflejada esa preocupación de la Santa Sede: «E s propio de los Obispos, en calidad de maestros auténticos y mode­ radores de perfección para todos los miembros de su diócesis, el custo­ diar también la fidelidad a la vocación religiosa según el espíritu de ca­ da Instituto... Los Obispos juntamente con su propio clero, sean firmes asertores de la vida consagrada, defensores de las Comunidades religio­ sas, educadores de vocaciones, eficaces mantenedores de toda caracterís­ tica de las Familias religiosas, sea en campo espiritual sea en campo apostólico» 35. «Respecto a los Religiosos que desarrollan actividades apostólicas fuera de las obras propias del Instituto, ha de tutelarse la participación sus­ tancial a la vida de comunidad y la fidelidad a las propias Reglas y Cons­ tituciones, obligación que los Obispos mismos deben urgir (CD 35, 2 ) » 36. «En cada Diócesis, el Obispo procura entender lo que el Espíritu qui­ siera manifestar, a través incluso de su grey, y particularmente por me­ dio de las personas y Familias religiosas, presentes en la Diócesis... Por­ que es deber propio suyo (del obispo) defender la vida consagrada, pro- 34. N.° 14. 35. N.° 28. 36. N.° 46.

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