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CARISMA RELIGIOSO E INSERCION DIOCESANA 109 es que, en la formación conventual clásica, no se pensó en absoluto, o no se pensó con el suficiente sosiego y profundidad; se vivió de ciertas rutinas y formulismos durante años y años, y ahora, cuando los formulismos y las rutinas desaparecen forzosamente con la nueva pro­ fesión, ellos, los religiosos, se sienten sin nada que les resguarde espi­ ritualmente, sin nada que justifique y dé sentido a su carisma religioso. La situación provocada por la nueva inserción pastoral-profesional en la sociedad ha hecho aparecer lo inconsistente de una apariencia de vida religiosa, de un carisma religioso sin descubrir o, en el mejor de los casos, sin asimilar 28. De buenas a primeras, y esto se ha repetido una y otra vez, la vida de ciertos religiosos se encontró a merced de los bandazos que le llegaban desde la propia frivolidad, desde la igno­ rancia del tipismo misional del propio carisma. Cabría recordar aquí las palabras de Fernando Campos cuando refiriéndose a los peligros que acechan a la auténtica disponibilidad, la disponibilidad que nace del conocimiento del propio carisma, habla de «...el mariposeo apostólico como una pseudo-disponibilidad, donde no es la disponibilidad la actitud fundamental, sino la aventura de probar y conocer todo, consecuencia de una inconstancia y de una inmadurez en el compromiso» 29. 3. S eg ú n e l p r o p io c a r ism a Pero, entonces, ¿cómo insertarse? Porque, como hemos dicho, y aunque la situación de la sociedad donde uno vive cuente en la actitud que tome el religioso, eso no es lo decisivo ni mucho menos; tampoco es lo decisivo, aunque signifiquen mucho, los problemas de la Iglesia local donde uno reside; y, desde luego, no tiene nada que ver con la encarnación del religioso en la vida diocesana la propia incuria e igno­ rancia. Para un religioso consciente nada de eso es lo definitorio, en última instancia, a la hora de encarnarse en unos quehaceres, en el momento de definir su misión en la vida concreta de una Diócesis. Pero, entonces, ¿qué criterios deberemos seguir los religiosos? ¿es que 28. En este sentido remitimos al lector al estudio sociológico, especialmen­ te aleccionador, de Gerardo P a sto r, Análisis de contenido en los casos de aban- bono de la vida religiosa, Madrid 1974, 172-176. 29. Formación de los jóvenes para la disponibilidad, en La disponibilidad de los religiosos, Madrid 1979, 163.

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