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CARISMA RELIGIOSO E INSERCION DIOCESANA 105 site personal hospitalario, por ejemplo, no quiere decir que una Comu­ nidad religiosa de Enseñanza deba dedicarse a tareas de sanidad; hacer esto, traicionando su carisma específico, será suicida, será sencillamente autodestruirse. Como principio general quizás pudiéramos enunciar éste: los religiosos deben seguir cuidadosamente, con una gran sensi­ bilidad, la aparición y el giro que tomen esas necesidades graves y ur­ gentes que tiene la Iglesia local; deberán preguntarse también, con sinceridad y espíritu de disponibilidad, hasta dónde afectan y condicio­ nan esas necesidades locales a su carisma institucional particular. Pero debe quedar bien claro que la inserción del religioso en la vida dioce­ sana no viene impuesta necesariamente, ni en cantidad ni en calidad, por los muchos o pocos problemas de evagelización que hayan podido aparecer en la Iglesia local donde se v iv e 23. Tampoco, y con esto tocamos un tema delicado y propio para herir susceptibilidades pero que yo creo es necesario abordar aquí, la jerar­ quía de la Iglesia tiene autoridad para imponer directamente y sin más a los religiosos el campo de su misión. La jerarquía discierne en el momento de aprobar un carisma pero no crea ni manipula el mismo carisma en cuanto jerarquía. Y la vida religiosa, una vez aprobada, se encarna en aquella misión evangelizadora que le es típica y le define de acuerdo con su carisma aprobado por la autoridad de la Iglesia. Esto no quiere decir que, por ejemplo, el obispo no pueda presentar a los religiosos de su Diócesis los problemas que le preocupan espe­ cialmente, las urgencias cristianas de la Iglesia local. Naturalmente que el obispo puede dialogar con los religiosos sobre la problemática evan­ gelizadora diocesana, y estará bien que lo haga —al cabo los religiosos son miembros diocesanos— ; hasta podrá presentar una panorámica de campos prioritarios de posible responsabilidad para los religiosos. Mientras se limite a una presentación del espectro evangelizador dio­ cesano, siquiera sea ciertamente una presentación cualificada e insisten­ te, el obispo estará procediendo correcta y laudatoriamente. Pero la decisión práctica, el encarnarse de hecho en una línea u otra, según una intensidad mayor o menor, este compromiso práctico último nace desde la misma gracia carismàtica 24. 23. Se podría citar aquí, como una prueba más de esto, el sentido de la exención de los religiosos; la exención de los religiosos supone una disponi­ bilidad en relación con la Iglesia universal cuyas exigencias pesan más que las que pueda tener la Iglesia local. 24. También las monjas de clausura han visto así las cosas. En el Encuen­ tro de Avila se expresaron así: «La comunión con la Iglesia universal y dioce-

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