PS_NyG_1981v028n001p0087_01160410

CARISMA RELIGIOSO E INSERCION DIOCESANA 101 monos esta pregunta comprometedora porque nos introduce realmente en lo que nos importa aquí— correcta esa respuesta? ¿La solución a que se llegó y que estamos viviendo hoy frente a las necesidades de los hombres, tanto en las tomas de postura prácticas del religioso aislado como en las tomas de postura de los Institutos en cuanto tales, esa solución ha sido realmente acertada? ¿Cómo encajó, el Instituto y el religioso, el choque producido por la llamada apremiante y angustiosa que llegó a la vida religiosa desde las necesidades de los hombres? He aquí un problema —el de la manipulación de la vida religiosa forzada indirectamente por la contemplación de las necesidades de los hombres— que nos invita a la meditación. Desde luego cabe dudar, cabe preguntarse si, al menos en determinados casos, no habremos sido absorbidos por las circunstancias sociales que nos ha tocado vivir 17. Y digo esto porque ante ciertas conductas uno se puede preguntar a qué ha quedado reducido el carisma religioso. La verdad es que char­ lando con ciertos religiosos, activos políticos por ejemplo, o con ciertas religiosas, demagogas fáciles por ejemplo, uno tiene la sensación de que algo no marcha bien en su vida religiosa, uno tiene la sensación de que su carisma religioso ha dejado de existir aplastado por una inserción equivocada en la sociedad. Si se lee con sentido crítico, por ejemplo, el libro publicado por el Instituto Teológico de Vida Religiosa de Madrid y titulado Religiosos de hoy 18, se experimenta de inmediato una impresión molesta. En ese libro se compendia el testimonio que muchos religiosos nos ofrecen de su vida; los religiosos de Religiosos de hoy contestan a la pregunta: ¿por qué soy religioso? Indudablemente se trata de vidas bien inten­ cionadas y también muy comprometidas. Pero después de leer ciertos testimonios de entre los registrados en ese libro, uno no puede evitar el hacerse esta pregunta molesta: ¿cómo se casa lo que dicen algunos de esos religiosos con las exigencias de su carisma específico, de su carisma institucional? Porque, la verdad, no resulta nada fácil encontrar que pueda existir maridaje ninguno entre las manifestaciones de algunos de esos religiosos encuestados y el carisma específico del Instituto al que pertenecen. La impresión que uno recibe es más bien la contraria, la impresión que uno recibe es ésta: en la vida de algunos de esos 17. Cf. S. M a te llá n , Pobreza evangélica , Madrid 1975, 119-140. 18. José M. V ig il, R eligiosos de hoy, Madrid 1980.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz