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CARISMA RELIGIOSO E INSERCION DIOCESANA 99 contra esta eventualidad es menester estar prevenidos. Pero al margen de que nosotros facilitemos esa posible manipulación, lo cierto es que se puede dar; de hecho, tal como vamos a ver inmediatamente, esa manipulación de la vida religiosa se ha dado y, muy verosímilmente, se está dando actualmente, por lo menos en determinados ambientes. Veamos ahora algunos casos de posible manipulación, entre los que rondan con más frecuencia a la vida religiosa. 2.3. La inserción religiosa ante las necesidades de la sociedad Esta sería una manipulación que podríamos llamar indirecta. Se padece esta manipulación cuando a uno se le impone una determinada inserción por la contemplación, desde dentro y por autorreflexión, del panorama angustioso o, en todo caso, preocupante, en que vive la sociedad, la comunidad humana de la que uno necesariamente forma parte. Como todos sabemos, en el último período de la historia, la vida religiosa se ha visto fuertemente impactada por la situación socio- religiosa del mundo; esto a escala más o menos universal, por eso que los medios de comunicación social nos proyectan cada mañana ante los ojos sobre lo que pasa en el mundo entero. Pero, evidentemente, fueron los hechos y situaciones más cercanos geográficamente, en cada caso, los que afectaron especialmente a los religiosos. Muchos religiosos quedaron impresionados ante el descubrimiento chillón y cercano de eso que llamamos, en general, el mundo de los marginados. No es que los religiosos no supieran hasta recientemente que existía ese mundo, ese estamento humano especial y doloroso. Sí que sabían de su exis­ tencia. Pero hubo un momento —un momento relativamente cerca­ no— , en el que los religiosos tomaron conciencia muy viva y muy personal de la existencia de una extensa capa social llena de necesidades y de necesitados. Y esta toma de conciencia les llevó a buscar una inserción profunda e inédita en su vida, en su manera de vida. Se juzgaron insuficientes, y hasta equivocados, los métodos clásicos de convivencia con los marginados. Ahora, por obra y gracia de este des­ cubrimiento y de esta nueva interpelación que surgía desde las capas más desamparadas de la sociedad, los religiosos se sintieron llamados a una encarnación más comprometida. O sea que desde una postura tradicional de marcada lejanía, de marcado repliegue sobre sí mismos, los religiosos pasaron a sensibilizarse, a vivir como propias en un

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