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CARISMA RELIGIOSO E INSERCION DIOCESANA 97 de una vez. Citemos, en confirmación de ello, la palabra autorizada de L. Gutiérrez Vega: «Aceptadas como teóricamente distintas (las misiones de sacerdotes, laicos y religiosos), todas las distinciones se esfuman en la práctica demasiadas veces; y el laico juega a sacristán o a cura, el cura juega a laico, el re ligioso juega a laico o a cura. Lo único a lo que parecen jugar pocos es a religiosos como religiosos, ni siquiera nosotros» 13. Naturalmente contra esta ambigüedad equívoca conviene reaccionar con decisión. Hay que salvar la particularidad gremial de cada Insti tuto al intentar insertarse como religioso, y como tal religioso, en la Iglesia local, evitando toda apariencia de vaguedad. Nuestra inser ción en la Iglesia diocesana, como religiosos y como tales religiosos, debe aparecer con unas características típicas yperfectamente identifi- cables. Y, además, sin miedo a diferenciarse, pues como dice P. A. Liegé, «diferenciarse no es una tara cuando se trata de identificarse y no de constituirse en ghetto» 14. Si queremos salvar la vida religiosa y si queremos trabajar eficaz y responsablemente en la Iglesia dioce sana, hay que evitar todo confusionismo, todo despiste de metas y medios. Y en este sentido hay que ser claros y exigentes; exigentes para no dejarse llevar frívolamente del último snobismo apostólico o de la última invitación apostólica que nos llegue por apremiante que parezca; y claros para no adoptar posturas de inserción local que im pliquen una auténtica ambigüedad frente a las exigencias del propio carisma. 2.2. Inserción y manipulación Y bien, pasemos ya a otra perspectiva del tema. Desde luego, como acabamos de decir, en nuestra inserción en el quehacer diocesano debe remos evitar el adoptar posturas ambiguas y vagas tanto a la hora de elegir el campo de nuestras actividades como a la hora de discernir las circunstancias que rodeen nuestras actividades como religiosos. Pero, además, deberemos evitar también cualquier forma de manipulación a que directa o indirectamente se nos quiera someter. También esto me parece importante. Y en esto vamos a insistir. ¡Nada de dejarse manipular! Porque no es suficiente con que la palabra manipulación 13. O. c., 139. 14. Comunidad y comunidades en la Iglesia, Madrid 1978, 26. 7
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