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UN CANONIGO SEPULVEDANO DE LEON 73 tán general de los Reales ejércitos, marqués de Novaliches, Presidente del Consejo de Administración de la Caja de inútiles y huérfanos de la guerra, etc., etc.», por parte de su «atento capellán». Dice éste 246 tenía terminado su trabajo desde cinco años antes y haberse decidido a su publicación solamente cuando tuvo ocasión de ponerle en prác­ tica, mediante buenos resultados en los exámenes ante el claustro del Instituto, con sus discípulos de la Escuela de huérfanos, primeros que de latín tenía, cediendo además a las instancias del coronel subdele­ gado, el jefe de estudios y otros compañeros de docencia. Para él, las novedades de su método responden a la economía de tiempo 247 y a la claridad y sencillez. Y se confiesa guiado por unos móviles integralmente prácticos, en pro de la enseñanza de lo que llama «la parte mecánica de esta lengua, dejando la parte científica para la gramática general» 248. Siendo la vía para ello seguida la más obvia y natural: comenzar por las nociones de valor general y dejar para un segundo momento los casos particulares y las excepciones, tanto cuando se trata de estudiar los elementos simples en la morfología, como cuan­ do les llega el turno a las combinaciones de los mismos en la sintaxis. Aunque el primer curso contiene, al final, un «tratado de oracio­ nes», su materia es ante todo morfológica, si bien el autor distingue en él dos partes a las que llama «ortología» ( = letras, sílabas y raíces y estirpes) y «etimología» ( = l a s partes de la oración sin más); y la del segundo ortográfica, prosódica y sintáctica. Ello quiere decir que sus conocimientos del griego no eran tan sólidos como los que del latín tenía, lo cual no deja de ser un dato interesante para conocer el estado de la formación clásica en la España de la época, pues vemos confunde la «ortología» o arte de hablar con propiedad y la «etimolo­ gía», al atribuir a aquélla la tarea de «saber el origen y formación de los elementos simples» mientras la segunda se ocuparía del estudio del «valor gramatical» de los mismos. Y lo rudimentario de sus conoci­ mientos filológicos salta aun más a la vista cuando nos habla de raíces lexicales y de estirpes de palabras derivadas de una misma raíz, y ejem- 246. Primer curso, vi. 247. «Economiza la mitad del tiempo que hasta ahora se ha empleado en su explicación» (Primer curso, vi). 248. Primer curso, vii. Añade: «No es por tanto la gramática un arte de hablar y escribir con propiedad un idioma, como se ha dicho; esto está re­ servado para la Retórica y la Lógica, que son la continuación de la gramática, o su desarrollo, y para la Literatura, que es su complemento y perfección: es sólo el arte de hablar, escribir, pronunciar, entender y traducir el latín».

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