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58 ANTONIO LINAGE CONDE entonces podrá hacerse representando las penas o premios que merece o los afectos que produce, dando formas sensibles a las ideas abstractas 149. Y de la participación integralmente pasiva de los fieles en la litur­ gia es suficiente botón de muestra la recomendación que les hace para durante la misa, en la cual con el fin de evitar las distraciones es convenientísimo leer con devoción algún libro piadoso, y los que no saben leer meditar en la vida, pasión y muerte de Jesús, o recitar en tono bajo las oraciones que sepan de me­ moria, como el Trisagio, las estaciones del Viacrucis, las del Santísimo o el Rosario de la Virgen, etc. 15°. Tomados aisladamente, algunos de sus párrafos podrían hacernos pensar en que fue la suya una visión tan pesimista del hombre que apenas podría justificarse en buena ley de sus mismos principios, como éstos: Además que la virtud la llevamos en vasos frágiles y quebradizos, puede fácilmente perderse, y si no se pierde, siempre es lánguida relativamente a lo que puede perfeccionarse. La ciencia, comparada con la multitud de verdades que abraza y secretos que encierra, es tan exigua que no podremos menos de confesar lo que decía un humilde sabio: «Sólo sé que no sé nada». [...] ¿Qué seremos? Ya hemos dicho que el cuerpo será podredumbre151, gusanos y tierra. El alma será lo que el hombre ayu­ dado de la divina gracia quiera que sea; pende de nuestra elección, o feliz eternamente, o eternamente desventurada. Todo lo terreno y ma­ terial acaba con la vida: honores, dignidades, riquezas, hermosura, etc.; el alma inmortal, después de ésta, tiene que recibir el premio de sus mé- 149. P. 103. Antes recomienda que en «la preparación próxima de la mis­ ma debe gastarse lo sumo la cuarta parte del tiempo de que se disponga para la meditación, pero nunca omitirse». 150. P. 238. 151. Acaso no encontremos del todo consecuente éste de sus corolarios que siguen: «Deberá, pues, considerar el cristiano que cuando regala el cuerpo, no hace más que aumentar los malos humores para cuanto antes entregarle a la tierra, y proporcionar más abundante pasto a losgusanos que allí le esperan. El gusto se pasa pronto, tan sólo dura en lo que se tiene el manjar en la boca; el tormento en la vida futura será eterno; la fama o las riquezas cuestan mu­ cho tiempo y sudor el adquirirlas... Para evitar estos daños es muy útil y aun necesario acostumbrarse desde la niñez a comer y beber sólo lo necesario para vivir y de toda clase de manjares; despreciar las comidas fuertes, licores alcohó­ licos y excitantes; arreglar las horas de comer, mortificar el apetito sensual del gusto y huir de los convites y glotonerías». Paternalismo a pedir de boca siem­ pre!

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