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UN CANONIGO SEPULVEDANO DE LEON 35 he tenido ocasión de entrevistarme con Su Ilustrísima para hablarle a sola s de este asunto y animarle a que, bajo cualquier pretexto se entere de lo que es y del estado en que se encuentran la iglesia y monasterio, y a su regreso pueda detallar a Su Eminencia de alguna cosa, con minuciosa exactitud. Las palabras "a solas y bajo cualquier p retex to” indican a Vuestra Eminencia que, tímido como la paloma y cauto como la serpiente, no juzgo oportuno dar publicadad a este a c to 15. Dios con serve durante muchos años la vida de Vuestra Eminencia, de la que tantos beneficios ha recibido y espera recibir la archidiócesis que con tanto acierto rige, la España entera y la Santa Iglesia católica, apostólica, romana. Por ello ruego a Dios y a su Santísima Madre. Su agradecidísimo y último capellán que besa el anillo pastoral de Vuestra Eminencia, Eulogio Horcajo». El día 20 salimos de Irún; llegamos con toda felicidad a Guada lajara el 21 a las siete y media de la mañana. En la estación nos espe raba nuestro fidelísimo capellán don Eulogio Horcajo Monte, el que al vernos bajar de los coches, no pudiendo contener su alegría, levantó los brazos al cielo y en voz alta dijo: ¡ ¡Te Deum laudamus\ ! Las pocas gentes que había en la estación dieron también muestras de satisfacción y contento. Subidas a los coches, llegamos a nuestro amado convento y, entrando por la iglesia en clausura, subimos al coro a oír la santa misa, que celebró nuestro reverendo padre fray Julián Peña, y se cantó el te deum. A continuación bajamos al refectorio a tomar el desayuno que nos sirvió doña María, tía de don Eulogio, y dos señoras de toda confianza avisadas por éste para limpiar el convento y preparar todo lo necesario para nuestra entrada. Terminado esto, saliéronse todos de clausura y quedamos nuevamente instaladas en este amado convento, del que hacía nueve años habíamos salido para Francia. Componíase nuestra comunidad de veinte cuatro {sic) reli giosas, incluyendo a nuestra santísima prelada y madre Patrocinio». 75. El tono nos recuerda la mentalidad y el ambiente de Sor Patrocnio misma, así definidos por Benjamín Jam es: «Sor Patrocinio es el espíritu re ligioso del siglo xix, dotado de aquella vivacidad y energía con que Francisco de Sales quería ver aderezada el alma devota. La devoción no es otra cosa —de cía— sino una agilidad y vivacidad espirituales. Esta prontitud que él exaltaba, y esta dulzura que glorificó su nombre, Sor Patrocinio las juntó en un grado excelso» (Sor Patrocinio, 224).
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