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26 ANTONIO LINAGE CONDE los materiales acopiados para el edificio principal51, abundosa de bal­ conaje, sólo separada de aquélla por una estrecha calle zigzagueante. Pero don Eulogio había de pasar poco tiempo en ella, menos de un semestre, mucho menos que lo había hecho en su parroquia serrana de Riofrío. Pues el 6 de mayo del año siguiente —el 1868, no lo perdamos de vista— el arzobispo primado le nombraba para la cape­ llanía del convento de Guadalajara, tomando posesión del nuevo cargo al día inmediato. La tal capellanía contaba con una dotación de seis mil reales anuales. Se trataba de la última de las fundaciones de Sor Patrocinio, la cual había llegado a Guadalajara el 3 de agosto del año anterior 52 para hacerse cargo del edificio, el antiguo de la Epifanía, que fue de los carmelitas descalzos 53, los cuales a la fuerza lo habían abandonado en la exclaustración de 1836. Y lo puso bajo la advocación de la Santí­ sima Trinidad. En la cripta que había venido sirviendo a tantas gene­ raciones de frailes de enterramiento, la sierva de Dios encontróse con una batahola de momias y huesos por los suelos. Y ese mismo mes de la asunción se celebraba ya en aquella iglesia revivida54 la novena de la Virgen del Olvido, advocación ésta fiel compañera de la monja 51. Dato también facilitado en el lugar por doña María Pastor. 52. Tomamos algunos de estos datos de Luis C o r da via s , La monja de las llagas. Vida d e Sor Patrocinio, Guadalajara 1917. 53. Véanse F. Layna Serrano, L os conventos antiguos de Guadalajara, Ma­ drid 1943, 479-500 y A. Herrera Casado, Los m onasterios y conventos de la provincia de Guadalajara, Guadalajara 1974, 122-4. 54. Benjamín Jarnés escribe: «Penetra en el nuevo coro, en ruinas. Se arrodilla sobre los escombros, pide el perdón para los profanadores, ayuda para restaurar el templo, para restituirlo a su antigua magnificencia. Los reyes, No­ cedal, familias piadosas de Guadalajara acuden al llamamiento. La iglesia se restaura, un cuadro grande de Madrazo se instala en el retablo mayor, se de­ cora el resto, se celebran solemnes fiestas de inauguración. El Eco de Guada­ lajara aplaude, los fieles aplauden. Sor Patrocinio busca limosnas que transmite a los menesterosos. Diariamente se reparten <jn la puerta del convento raciones de pan, arroz, carne y abadejo. Se dan bonos de leche a los enfermos, lecciones al ignorante, consuelo al afligido. Sor Patrocinio inaugura en Guadalajara una fecunda etapa —escuela y despensa— de expansión evangélica; instaura el rei­ no de Dios en la Alcarria» ( Sor Patrocinio, 182-3). El lienzo de Madrazo, que representaba a la Santísima Trinidad, pereció en el incendio de la iglesia du­ rante la guerra civil, como también el retrato por el mismo artista de Sor Pa­ trocinio. La restauración de las imágenes y retablos quemados se ha llevado a cabo por la comunidad con una ejemplar fidelidad a la tradición. Como tam­ bién lo está la capilla, lateral y separada por una tupida verja del resto del templo, donde se encuentra el enterramiento de la sierva de Dios. Agradecemos estos datos y las facilidades para ver la iglesia a la madre Amelia de Jesús, la más antigua de la comunidad actual.

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