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UN CANONIGO SEPULVEDANO DE LEON 25 tanto desea V. M. y deseamos todos los españoles». Las tales dos ban­ deras, habían sido bordadas en el nuevo convento de Aranjuez y fueron presentadas a la reina por Juan Antonio Quiroga, uno de los cortesanos más decididos y fieles protectores de la sor, el conde de Losa y don Atanasio Oñate y Salinas. Este último personaje (1809-1893), natural de Sepúlveda también, y que en 1870 sería agraciado por la dinastía exiliada con el título de conde de esa villa 4/, y a la restauración des­ empeñaría el cargo de Inspector General de los Reales Palacios 48, había de ser un cierto valedor de don Eulogio a lo largo de toda su vida 49. Y aunque carecemos de datos documentales para aventurarlo, nos pa­ rece puesto en razón conjeturar que gracias a él había trocado el futuro canónigo el clero diocesano de Segovia por la capellanía de aquella fundación, en definitiva regia 50. En el pueblo de Lozoya, frente a la casona que fue breve convento, todavía se conserva la casa del capellán construida con los restos de 47. También, en 1880, vizconde de Nava de la Asunción. 48. El cargo había sido creado en 1852. Para su cometido y demás, véase el artículo de la Enciclopedia Espasa, Real Casa y patrimonio de la corona de España (tomo 49, 1013-4). Es obra del Conde de las Navas, Juan-Gualberto Ló- pez-Valdemoro y de Quesada (1855-1935), y uno de los mejores de tan desigual magna obra nuestra. 49. El ejemplar del primer curso del Nuevo método de explicar la lengua latina, cuidadosamente encuadernado en tela verde, de la Biblioteca del Ayun­ tamiento de Sepúlveda, le está así dedicado: «A l Excmo. Sr. D. Atanasio Oña­ te. Conde de la muy ilustre y muy leal villa de Sepúlveda, Inspector General de los Reales Palacios, mi muy distinguido paisano y especial protector, en testimonio de gratitud y cordial afecto. El autor, Eulogio Horcajo Monte de Oria». 50. Don Atanasio benefició con ciertos favores a su villa natal. Uno de ellos fue conseguir la desviación hasta la misma del trazado de la carretera de Segovia a Boceguillas, contra el viento y la marea de su topografía, haciéndola pasar por la puerta misma de su casona, según se iría repitiendo un poco proverbialmente por sus paisanos. Su panteón familiar se encuentra en el ce­ menterio nuevo de Sepúlveda, al que la Enciclopedia Espasa califica de «muy interesante por lo suntuoso», mencionando expresamente aquél (tomo 55, 407- 10). Su hijo, José Oñate y Valcárcel, teniente coronel de Caballería y diputado a Cortes por el distrito de la villa, legó al Ayuntamiento de ésta su biblioteca, de la que formaban parte algunos libros de su padre, integrando así un peque­ ño pero selecto conjunto entre palatino y de bibliófilo (con su sello en seco). El era miembro de la Sociedad de Bibliófilos Españoles, con el número 221. Re­ cordamos, ad exemplum, entre sus curiosidades, el inmensamente ilustrado Traité sur la cavalerie del Conde Drummond de Melford (Paris 1786). Véase una des­ cripción, que llega a estampa de época, del entierro de don José (muerto antes que su padre, el 14 de noviembre de 1888), en J. M o lin a , Apuntos históricos de Segovia, Segovia, Imprenta Provincial 1888 (a la efemérides correspondiente a dicho día).

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