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504 D. CASTILLO CABALLERO del bohío, su construcción, preparación y cultivo del conuco, pesca, caza... Todos se hallan unidos por idénticos intereses de subsistencia, por lo que se ven precisados a desarrollar ese sentido de grupo de forma tan sorprendente. Existe entre ellos una conciencia de grupo y no de mera agrupación t yuxtaposición de gentes. Opinamos que, para explicar estas caracte­ rísticas del pueblo barí, no es necesario acudir a causas más profundas: proceden de su interdependencia social y económica que el mismo am­ biente les impone para su misma subsistencia. Dentro del grupo no se dan clases privilegiadas. Todos se consi­ deran iguales y con las mismas oportunidades, salvados siempre los con­ dicionamientos de su régimen patriarcal, en el que las mujeres quedan excluidas de poder ejercer ciertos derechos y tomar ciertas responsabi­ lidades. Los jefes, como ya hemos visto, no son elegidos por su prestigio o poderío económico, sino por su prestigio personal y sus funciones, más que de mando, son de auténtico servicio al grupo comunal. Los ancianos o «sag’dóu» son también muy considerados en el gru­ po; pero sin encontrarse en su forma de gobierno gerontocracia alguna o Consejo de ancianos, como clase especial de mando a la que el grupo se supeditase. Es el grupo como tal, representado en los varones — des­ de que llevan el «Tarikbá» o guayuco— el que decide en plan de asamblea comunitaria, y en la que todos son escuchados. La regulación de estas relaciones, además de la experiencia que va acumulando el grupo a lo largo de su historia, se hace derivar de un origen común y sagrado: Sabaséba las fue indicando a los Saimadovi en todos sus más mínimos pormenores y circunstancias. Los papás, par­ ticularmente los ancianos, son los encargados de transmitirlas oficial­ mente. La respuesta justificativa al porqué racional — secularizado— de esos preceptos o deseos de Sabaséba siempre es idéntica: «Así nos dicen que mandó Sabaséba a los Saimadoyi n0. Con este sistema de tradiciones 110. El recurso a Sabaséba para ciarle carácter fundacional definitivo, «sa­ grado» a leyes, costumbres, instituciones... hasta en sus más mínimos detalles aparece constantemente en la conciencia del pueblo barí. Nos encontramos aquí con un fenómeno propio de las culturas primitivas. Su intención es bien ma­ nifiesta. Pretenden, así asegurar sus instituciones con fuerzas y normativas «no racionales» para hacer frente a cualquier intento de «secularización» de las mismas que llevaría, sin duda alguna, a desquiciar sus sistemas tradicionales de convivencia.

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