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4 9 8 D. CASTILLO CABALLERO La familia conyugal barí se constituía según unas funciones básicas a las que pretendía responder: institucionalización de la manifestación natural de la vida heterosexual y su consiguiente regulación, perpetua­ ción y aumento de la fuerza del grupo como deber del adulto frente a la comunidad, mediante la procreación, educación y adiestramiento cul­ tural básico de las próximas generaciones dentro de la comunidad y la adquisición de los medios de subsistencia mediante la división del trabajo. La educación y adiestramiento de los hijos era una de las funciones principales de la familia barí y ésta la tomaba con la debida seriedad, dentro de sus posibilidades y exigencias. Hasta cerca de los tres años dependía, fundamentalmente, más de las atenciones de la mamá que las del papá. Aunque ambos volcaban su afecto de padres hacia ellos104. A partir de esa edad, el papá se encargaba de ir iniciando al hijo varón en el adiestramiento para la vida. La educación barí se orientaba, sobre todo, hacia la preparación para la vida. Con este fin, el papá se hacía acompañar por el niño en las tareas específicas del hombre: lo llevaba con él al campo, con pequeño arco y flechas, para que se fuese ensayando en la pesca, en la caza menor y en la preparación del conuco. La hija, a su vez, no se apartaba del lado de la mamá, ayudándola en sus quehaceres de casa, acompañándola al conuco y a la pesca, ini­ ciándose, de esta forma, en la recolección de los alimentos y en las restantes tareas de la mujer dentro del propio grupo. El objetivo de la educación barí era el de preparar a los pequeños para la vida, en cuanto miembros de una comunidad a la que pertene­ cían y a la que tenían que acostumbrarse a servir, cada uno desde su propio sexo, y dentro de sus propias necesidades y ambiente fa­ miliar. haber sido abandonada por sus papas a continuación de un parto de gemelos. Los motivos que se aportan para justificar este abandono son los que hemos indicado en nuestro trabajo. Este mismo hecho puede hacernos comprender el significado que adquiere el término «Atáida» — padre— entre los barí: más que decir referencias a un hecho genético-biológico, connota el cuidado, la ali­ mentación, la educación que recibe. Por lo que los que componen el Equipo M i­ sionero son llamados con todo rigor «padres y madres». 104. Tampoco en este sector los papás barí se muestran excesivamente efu­ sivos; lo que pudiera, una vez más, provocar en nosotros apreciaciones inexac­ tas sobre el cariño a sus hijos. También aquí es preciso advertir la diferencia existente entre el hecho del amor de padre hacia sus hijos, muy entrañable, y las manifestaciones concretas del mismo, muy distintas a las nuestras.

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