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LOS BARÍ 4 9 3 aconsejaba a los esposos v iv ir juntos y no separarse. A sí lo transmitie­ ron sus Saimadóyi. Y así se cuenta entre ellos. A todo esto contribuía, sin duda alguna, su particular sistema ma­ trimonial. Existían entre los barí dos formas de matrimonio, reconoci­ das oficialmente desde los tiempos primitivos. E l «Kañagbaitán asin- dayá» (matrimonio abierto) y el «Kañagbaitán burík» (matrimonio cerrado). E l primero de ellos — matrimonio a prueba— , con posibilidad de experimentar una vida matrimonial, hasta que se viese más o menos asegurada su fidelidad, adoptado en casos particulares. Y el segundo, con imposibilidad de disolución, por ofrecer garantías seriamente fun­ dadas. Era una forma práctica de enfrentarse con un problema social que podía acarrear consecuencias nefastas para una sociedad grupal unitaria, de sesgo patriarcal y simplificada, como era la sociedad barí. Las relaciones entre los esposos se efectuaban con cierta natura­ lidad. Como muestras de cariño y de ternura, propias de unos esposos, no existían, entre ellos, besos, abrazos, caricias... Creemos, no obstante, que podemos correr el riesgo de pronunciarnos con excesiva precipita­ ción, como de hecho se ha dado, al no prescindir de nuestras categorías occidentales. Efectivamente, no existen entre ellos esos signos concretos por los que en nuestros modelos culturales occidentales nos manifesta­ mos el cariño y el aprecio. No debemos olvidar, sin embargo, que aqué­ llos son formas concretas, propias de unos comportamientos humanos particulares y cuya inexistencia no indica, sin más, carencia de amor y cariño. Sus relaciones afectivas se muestran de forma más natural y con gestos expresivos distintos a los nuestros. Es interesante observar sus reacciones de extrañeza ante nuestras formas concretas de manifestarnos el cariño. Por pertenecer a otros modelos culturales, no son signos expresivos, indicativos, para ellos. Más bien, les resulta ridiculas y suelen ser objeto de comentarios, de sonrisas maliciosas y de hilaridad bien intencionada entre los mismos I0°. 100. No podemos admitir, en consecuencia a lo expuesto, las graves afir­ maciones que sobre este asunto se permite hacer, acríticamente, A . de A lc a c e r , Los barí..., 73. Hoy día, la forma más común de mostrarse el afecto y de sa­ ludarse no suele ser efusiva. Simplemente con una palmadita en el hombre in­ tenta expresar su alegría por la presencia del amigo o del familiar. Pudimos constatar esto mismo, y en un primer momento nos sorprendió, al ver cómo un hijo barí saludaba a su madre que se encontraba en distinto poblado y hacía tiempo que no se veían. Incomprenible también la afirmación que, so­ bre el matrimonio barí, hace J. M o n to y a S án ch ez, a. c., 45: «sólo implica una necesidad biológica».

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