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492 D. CA ST ILLO CABALLERO Por otra parte, y esto hemos de dejar constancia por la trascen dencia que tiene a la hora de enjuiciar esta forma de matrimonio barí, los que tenían varias mujeres solían ser los mejor considerados dentro del grupo. Lejos de ser reputados como inmorales, gozaban de cierto prestigio, no económico, sino moral: se les presuponía con cier tas dotes de trabajador — con posibilidad de alimentarlas a todas— , capaz de cierta convivencia pacífica, altruistas, equilibrados... Honrados, en una palabra, aunque no según nuestros modelos morales occiden tales 99. El matrimonio barí presentaba un alto grado de cohesión y estabi lidad. Era resultado de múltiples causas. Entre éstas, debemos hacer resaltar la integridad moral y la responsabilidad social de los cónyuges, junto a la integración social que el grupo comunal ofrecía. La fidelidad matrimonial no estaba garantizada o protegida por leyes institucionalizadas particularmente, que dificultasen su disolución. Sin embargo, ésta solía ser rara. Según atestiguan nuestros informado res, no era considerado normal abandonar a su mujer, a pesar de su sistema patriarcal. Existía, sin embargo, la posibilidad de ruptura por cualquiera de las dos partes; aunque se verificaba en realidad sólo en algunas excepciones que, por otra parte, eran enjuiciadas como «atrakári» — no eran bien vistas, por considerarlas malas— . Los mis mos informadores conocieron en sus tiempos jóvenes algún caso que no fue bien visto por el grupo comunal. A pesar de no estar garantizada la fidelidad matrimonial por ley alguna institucional, sin embargo, los ancianos recordaban que existía en la tradición barí una prescripción optativa, atribuida a Sabaséba, que 99. De hecho, entre los que mejor se comportaron con los misioneros en su entrada definitiva y los que han sido sus mejores amigos en los primeros tiempos inmediatamente posteriores, se encuentran varios que eran polígamos: Akairagdóu, Ukschur!... Dentro del grupo son personas reconocidas por sus valores personales y de servicio a la comunidad. Esta manera de concebir la poligamia, tan distinta a la que se figuran las morales tradicionales occidentales, ha presentado serios problemas a la hora de la inculturación realizada por los misioneros. Conocemos la solución moral católica tradicional, empleada en to das las misiones de los varios continentes. Sin embargo, creemos que deberían tenerse en cuenta la antropología y la renovación bíblico-teológica actuales para salir de situaciones límite. Consideramos de sumo interés el estudio de B. Haring, en Moral y Evangelización del mundo de boy, Madrid 1974, 126- 136; cf. J. G o e t z , Antropologie sociale. Ethrtosociologie religieuse, Roma 1971. 132 ss.; J. O m o re g b e , ¿Son compatibles poligamia y cristianismo?, en Misiones extranjeras 58 (1980) 349-357.
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