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LOS BAR Í 481 en la pesca, en la construcción del bohío, así como ocupar los puestos más arriesgados (construcción del bohío, pesca, caza...). Eran los diversos menesteres que debía saber, aunque los efec­ tuase por medio de otros sustitutos. • Varón prudente, sensato y fuerte. Las condiciones exigidas confirman, por tanto, que su prestigio debía ser excepcional. No era la acumulación de riquezas o poder lo que le daba la categoría para poder dirigir el grupo, sino sus dotes para servir de coordinador y animador de su gente en los distintos menesteres. E l Ñatubái gozaba de gran autoridad y prestancia; pero no de tipo impositivo o coercitivo, sino por sus condiciones morales de organiza­ dor. No usaba distintivo alguno de mando, tan característico en otras tribus, particularmente en sus vecinos caribes los yukpa. Era el pres­ tigio lo que importaba. No era propiamente un cacique. Su sistema sociopolítico no necesitaba mandatos, leyes u órdenes. E l Ñatubái tien­ de a gobernar más por la persuasión que por la fuerza. Para v iv ir el grupo en armonía se seguía un procedimiento particular, que aún hoy día se aprecia. Teóricamente asumía la iniciativa total de la actividad comunitaria del grupo. Pero, en la práctica, tenía una especie de «Consejo de ministros» por los que dirigía y desempeñaba las distintas funciones comunitarias de gobierno. Las decisiones se tomaban en gru­ po, después de unas prolongadas horas de cambio de impresiones, en las que se consideraban de manera particular las opiniones de los mayo­ res o más ancianos90. Además de los cuatro jefes de construcción, anteriormente indica­ dos, existían otros cargos con funciones sociales particulares, respon­ diendo a su sistema de responsabilidad compartida. 90. Aún hoy día se conserva este estilo de deliberaciones comunitarias tal como lo hemos visto en Bokshí. El Ñatubái se reúne en alguna casita con los más significativos del pueblo y deciden sobre los asuntos concernientes a la caza, pesca... Si son asuntos de mayor importancia, es toda la comunidad la que lo discute y decide. Los ancianos —«Sag’dóu»— siguen teniendo un puesto preeminente en la conciencia barí. De tal forma que, cuando se dirigen a ellos, no suelen emplear su nombre propio, sino el de simple «Sag’dóu». Es­ to lo liemos observado de modo particular en las informaciones que recogimos en cintas magnetofónicas. Cuando el que hacía de entrevistador barí se dirigía a Akairagdóu, constantemente le pregunta con el nombre de «Sag’dóu», no con su nombre propio.

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