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444 D. CA ST ILLO CABALLERO Por lo que se refiere a su configuración somática se han verificado estudios pormenorizados desde su último contacto pacífico con ellos. A ellos nos remitimos para mayores detalles39. Todos estos estudios resaltan las diferencias considerables con los caribe, particularmente con sus vecinos más inmediatos, los yukpa. E l barí presenta, por lo general, unos rasgos mongoloides bien proporcionados en su configuración somática. Su altura media fluctúa entre 1,60-1,65 en los hombres y 1,50-1,60 en las mujeres40. Presentan unos rasgos expresivos y dignos en todo su cuerpo-, bue­ na musculatura; braquicéfalos, cara color trigueño, castaño oscuro, bronceado. Frente ligeramente combada, pómulos algo salientes; pelo liso, no suelen encontrarse personas calvas ni canosos; ojos negros, grandes, salientes, con brida mongoloide y penetrantes con el caracte­ rístico pliegue epicántico interno; cejas y pestañas despobladas en los más ancianos. Totalmente lampiños; con frecuentes escoriaciones de la piel; boca ancha; dentadura bien formada y conservada; labios angos­ tos y finos, con sonrisa constante característica; nariz pequeña, algo abultada en los extremos; rostro con frecuente mancha pigmentaria mongoloide. Particular agudeza auditiva; hombros amplios, sin grasas; tórax espaciado y musculoso; físico destacado en la mujer; manos y dedos anchos; piernas gruesas y musculosas; pies muy desarrollados, con gruesa callosidad, con dedos abiertos y extendidos, bastante abier­ tos en sus membranas y con pronunciada separación del dedo gordo. Total: en cierta forma, figura bien proporcionada y atlética41. dos motilones— son los más prácticos e inteligentes de aquellos territorios» (cit. por A . de A l c a c e r , El indio motilón..., 214); P. J., Así son los moti­ lones, en Ven.Mis. 32 (1970) 22-23. 39. Pueden consultarse las obras citadas en la nota 29 de Borjas, Villa- mañán, Alcácer, Pons - Otros, D’Empaire, Lizarralde, M.González C., J. Mon- toya Sánchez. 40. Hemos recogido aquí la opinión de A. R . P on s - O t r o s , a. c., 19, ba­ sada en la verificación «in situ» en los primeros años de su contacto pacífico definitivo. Opinión con la que, prácticamente, concuerdan cuantos han con­ tactado con los barí. A. B orjas R omjlro , a. c., 316, propone como media re­ gular entre 1,70 a 1,75, lo que no consideramos sea exacto. 41. Como dato etnológico interesante los autores resaltan el haberles lla­ mado la atención el desarrollo pronunciado del dedo gordo del pie izquierdo. No concidimos con la explicación que aportan: «Nos explicarnos esto porque el motilón fija su arco en el suelo y lo sostiene con el dedo gordo del pie iz­ quierdo, el cual soporta la tracción» (A. B orjas R o m ero , a. c., 316). Precisa­ mente una de las diferencias con los yukpa es ésta: mientras los yukpa rea­ lizan de esa forma el tiro de arco, los barí raramente lo hacen. Tienen sufi­ ciente fuerza para colocarlo en alto y raramente con el pie. Ellos mismos lo consideran denigrante, sintiéndose superiores a sus vecinos. La explicación que

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