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680 D. CA ST ILLO CABALLERO Lo llaman «Aboo» (sitio del baño de los ancianos). A llí cambian su piel, como lo hace la culebra, sus dientes, todos sus huesos..., reno vándose completamente y convirtiéndose en jóvenes. No se juntan con los barí malos ni con los dabaddó. Su vida se rea liza de modo similar a la que llevaban cuando estaban en la tierra. Pero con una diferencial radical: no enferman, no tienen peligro de schum- biába ni de daviddú... No mueren. Sus ocupaciones habituales son las de antes. Visten túnicas largas, hasta los pies, de color rojo y amarillo, con mangas largas. Alrededor del pecho, llevan un collar elegante de color de plumas de tucán, llamado «Koroksesé». Sus casas son muy parecidas a los bohíos que tenían aquí abajo, pero más cómodas. Los chinchorros primorosamente preparados por sus familiares que han mar chado antes allí. Siempre alegres y sonrientes, gozando y desarrollando su vida en comunidad como aquí en la tierra. Lo que constituía su felicidad cuando estaban aquí abajo se realiza en plenitud: caza, pesca, cantos... A llí encuentran los mejores pescados; los más sabrosos y co diciados animales: pavas, sobre todo. Comen una fruta exquisita, pe- queñita, llamada «taichirokbá» que es el e lixir de la juventud 253. Coci nan sus mujeres, viviendo todos en familia. No existen solteros. Los barí que en la tierra no estaban casados, encuentran siempre mujer para esposarse con ella. Se la proporcionan los basunchimba. Su vida transcurre a la inversa de la nuestra: descansan durante el día y, cuando cae la tarde, su Ñatubái les despierta para que coman e inicien su vida normal. La relación entre ellos es pacífica y muy familiar. Se realiza el ideal de comunidad que la tradición barí siempre ha presentado como prove niente de sus orígenes mitológicos. Es una idea en la que insisten nues tros informadores de forma especial. Durante el día, además de dedi carse a las ocupaciones antes indicadas, se entretienen, también, en un juego característico: con una especie de bombo («Doáidoáibái») que hacen rodar constantemente, como si se tratase de una pelota muy 253. La concepción de esa «o tra vida feliz» corresponde al sistema de interpretación de la felicidad, tal como lo considera su tradición. Los barí tie nen un concepto de la felicidad superior al de la tradición yukpa. En ésta, se da una importancia decisiva al «bien comer» (cf. A. de V illa m a ñ á n , Misión y antropología. La vida en el otro mundo y una explicación del origen de los seres según la tradición de los yucpas, en Ven.Mis. 31 (1969) 298-299). La fruta de la que se alimentan los basunchimba no es «ogchirogbá» (A. de Vi llamañán, Cosmovisión..., 12).
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