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LOS BAR Í 675 Este es el relato que transmite la tradición barí sobre los daviddú. ¿Qué estructura significativa manifiesta este fenómeno? Ante todo, debemos reconocer que se trata de un fenómeno cultural común a todos los pueblos primitivos; por lo que el mito barí no puede ser considerado original en este tema 248. En todas las mitologías primitivas aparecen ciertos personajes maléficos, demoníacos, íntima e indiscutiblemente unidos al origen del mal, de las enfermedades y, par ticularmente, al origen de la muerte. Son descritos como sus instigado res principales, y ejemplar típico del mal profundo en el hombre, perso nificado en estos personajes. Igualmente, por lo que respecta a su descripción concreta — lugares de residencia, horas propicias para cumplir con su misión— , su relación 248. Por tratarse de una respuesta al problema del mal, que tan profun damente se deja sentir en el hombre, encontramos en todas las culturas —pri mitivas o no— esquemas semejantes. A esta realidad que el hombre considera como fuera de él mismo, se la denomina de formas distintas; pero la estruc tura significativa a la que apuntan es siempre idéntica: lo irracional en la base de la vida humana cobra figura «diabólica», en sus diversas apariciones. En cuanto al sentido de estos personajes, su morada, hora precisa de actuar, artimañas que emplea, etc., suelen ser coincidentes en casi todas las culturas. Igualmente, son personajes íntimamente unidos a la realidad de! sueño, y, más concretamente, del sueño sexual, que se aplica a figuras de íncubos y sú- cubos... Para situar este tema tan importante en la historia del fenómeno religioso, puede consultarse: G. van der Leeuw, o . c ., 127 ss.; H. Haag, El diablo. Su existencia como problema, Barcelona 1978. Un detalle que es preciso hacer resaltar es el siguiente: daviddú actúa des de el caer de la tarde. Esto puede explicarnos por qué, en nuestras entrevistas realizadas por la noche con nuestros informadores, éstos ofrecían cierta resis tencia a manifestarse sobre los daviddú : «Si no les gusta lo que oyen, puede hacer enfermar», nos confesaban. Esta respuesta mitológica al origen del mal y de la muerte, motivó los ta- bús correspondientes a la prohibición de salidas durante la noche de niños y mujeres, particularmente. Por lo que respecta a otras atribuciones que se le hacen, comoprovocar tempestades, desbordar ríos, etc., creemos que no co rresponde fielmente a su tradición, contra lo que afirmaA. de Alcácer (o. c., 92). En 1772 Guillén afirma sobre este personaje lo siguiente: «...sólo se sabe que el demonio se les hace visible, en figura de ciervo, teniéndole tanto ho rror, que, por esa causa, se hace entre ellos despreciable la carne de este ani mal» (S. J. Guillen, Diario..., 275). Esta afirmación puede corresponder a la creencia barí sobre una forma particular de presentarse daviddú, según la tra dición de entonces. Quizá podría también arrancar de aquí su creencia en los «ogsaitokachigbá» (personajes maléficos con cuernos...), de los que nos habla A. de Villamañán, a. c., 15 y al que hemos hecho antes alusión en la nota 226. Lo que sí es cierto es que nohemos encontrado en ninguno de nuestros informadores tal creencia en nuestro trabajo de campo.
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