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LOS BARÍ 673 Sabaséba ya puso en guardia a los barí sobre este peligro, que debía ser, por lo que se deja entrever en los ensalmos de la inaugura­ ción del bohío, muy frecuente y de naturaleza mortal. Ya hemos visto cómo en dichos ensalmos se alude constantemente a los «schumbrába», contra los que se hacían unos ritos especiales, para que se evitasen sus maleficios... • "Daviddú” . Dentro de la mitología barí ocupan un puesto des­ tacado en relación al tema que venimos tratando: la muerte. En sus mitos, ocupen o no el centro del relato que se les pide, aparecen estos personajes con relativa frecuencia. Sobre todo, cuando se hace alusión a la muerte de un barí, inmediatamente responden: «Daviddú lo cogió». Igualmente aparecen en los relatos sobre los «basunchimba» (muertos) y en los cánticos más diversos, tal como he­ mos podido apreciar anteriormente. ¿Quiénes son estos personajes mitológicos? ¿Qué función se les atribuye en la tradición barí? Los hemos visto, también, surgir de las cenizas de la viejecita. Incluso con su característicos silbidos de engaño y mentira — por los que la tradición barí les reconoce— : «ki, k i...» . Nuestros narradores se expresan sobre ellos como si estuviesen describiendo escenas vividas personalmente 245. Daviddú son personas que nacieron de las cenizas; pero de ninguna forma son personas de su propio grupo étnico barí. Son muchos: varo­ nes y hembras. Según nos comunican algunos de nuestros informadores, cada persona barí tiene su doble, de sexo contrario. Viven en los mon­ tes, entre la maleza de la selva, en los bosques, donde existe mucho bejuco y matorrales. Se alimentan de todo lo que pillan por el suelo: ratones, culebras, «shorái» (fruta recogida del suelo, enterrada en el suelo). Descansa durante el día, desde la mañanita hasta mediodía, en que se despierta un ratito para comer, y vuelve a dormirse hasta el caer de la tarde, en que se levanta y comienza a desempeñar su misión du­ rante toda la noche. Visten «tarikbá» y «dukdúra», según sea hombre o mujer. Llevan como brazaletes y la cara pintada con achote. Vienen silbando por los bohíos, reconociendo a su doble. Lo agarra por la muñeca y lo lleva de la mano por el monte. Durante el camino los 245. Así, varios de nuestros informadores confiesan haberlos oído silbar durante la noche, no distinguiendo los planos del mito y de la realidad vi­ vida.

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