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670 D. CA ST ILLO CABALLERO Creemos que el simple relato nos está confirmando cuanto llevamos dicho en torno a este tiempo mítico. En él los barí eran completamente felices y podían subir con libertad a las regiones del cielo; una de sus aspiraciones más profundass. En segundo lugar, otro de los elementos comunes estructurales de este fenómeno es el de la culpa atávica. En el mito barí se hace alusión a una culpa personal de su propio grupo étnico (algún o algunos), que ocasiona un mal, un desastre p ri­ migenio para todos los barí. De nuevo aparece aquí el tema de la soli­ daridad en la culpa y responsabilidad de todo el grupo étnico a causa de la falta de algunos, tan común en los pueblos primitivos. Es interesante observar que todos los mitos barí hacen hincapié en la falta concreta que se comete: mentira, chismes. Era lo que la tra­ dición barí condenaba con más dureza, como había hecho ya Saba- séba al preceptuarles no mentir y no ser chismosos entre ellos, como hemos visto anteriormente. Por otra parte, hemos de precisar que las faltas por las que el pueblo barí se encuentra en esta situación de infradesarrollo en sus Los ritos de ascensión del hombre al cielo y su interrupción por algún acontecimiento primordial en la línea presentada por la mitología barí es un fenómeno universalmente reconocido en la Historia de las Religiones. La es­ tructura fenomenológica de los mismos corresponde, también, a cuanto hemos afirmado: aspiración profundamente humana de comunicarse con lo «sagrado», pero actualmente aún no realizada. Interrupción violentamente producida y consecuente pérdida de aquel mundo feliz, paradisíaco. Los medios utilizados para efectuar dicha subida suelen ser parecidos: escaleras, bejucos, ramas de árboles, cuerdas. Para ampliación fenomenológico-religiosa. puede consultarse: M. Eliade, Tratado de Historia..., I, 133 ss., con bibliografía en 154-155; Id., Introducción a las religiones de Australia, Buenos Aires 1973, 43-44. Para el detalle del bejuco como medio de ascensión al cielo, a las estrellas, M. de Civrieux, Leyendas Maquiritares, en MSCN. La Salle 20 (1960) 175-180. Entre los Katíos, M.a de Betania, Mitos, leyendas y costumbres de las tribus suramc- ricanas, Madrid 1964, 13 ss. Sobre este tema referido directamente a los barí se hace, a veces, mención, pero sin la debida precisión científica. Así, A. de Alcácer toma las narracio­ nes en torno a la ascensión como si los barí —el pueblo barí— hubiese vivido en el cielo antes de habitar la tierra. Entremezcla, por otra parte, distintos mi­ tos —mitos de ascensión y mitos de ultratumba—. No hemos encontrado, tam­ poco, narración alguna en la que se diga que los bejucos los cortaron los za­ muros. como él indica. Existe en esta interpretación una falta de coherencia interna y de precisión en distinguir la parte mitológica (cf. Los barí, cultura del pueblo motilón, Bogotá 1964, 93-96). En esta misma línea se sitúa O. D’Em- paire. Introducción al estudio de la cultura barí, en Kasm. 2 (1966) 272, ha­ ciendo a los barí procedentes del sol y valiéndose de una liana para bajar a la tierra.

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