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668 D. CA ST ILLO CABALLERO la naturaleza, bueno, dichoso..., tan propio de estas culturas prim iti­ vas... 239. Dentro de esta concepción paradisíaca de aquellos tiempos primor­ diales felices, es preciso también destacar el tema existente en sus mitos de la intercomunicación entre tierra y cielo. Con este mito pre­ tende expresar la perfección de los orígenes, interrumpida, también, violentamente. En aquellos tiempos podían subir a la luna con facilidad por medio de bejucos que colgaban desde aquélla hasta la tierra, y relacionarse, a su vez, con los habitantes de los distintos compartimentos del cielo. La mitología barí en torno a este tema es rica y significativa. De estos contactos, nos relatan nuestros informadores, hacen proceder algunos bienes culturales, como la caña brava que los habitantes de aquellas regiones les regalaron, pues antes no la tenían los barí. Los celos de la luna fueron los que provocaron el corte de los bejucos que hacían posible la ascensión. Cuando nuestros informadores comienzan a narrar la situación de aquellos tiempos y la subida de los barí hasta aquellas regiones, cada uno de ellos adorna su relato, como es natural, según su propio estilo y fantasía, como hemos visto ya en otras narraciones mitológicas. Uno de ellos nos lo cuenta de la siguiente manera: «La luna tenía muchos deseos de cohabitar y juntarse con los barí, que estaban en la tierra. Entonces, hizo crecer desde el cíelo unos bejucos que llegaban hasta donde estaban los barí. Un día, éstos vieron que los bejucos que colgaban desde el cielo llegaban hasta ellos y pensaron en subir. Cuando lo decidieron, avisaron a sus mujeres y les dijeron que cuando notasen que los bejucos se movían bastante era que ya estaban de regreso. Mientras tanto, que no se preocupasen. Entonces, los barí subieron hasta el cielo. Intentaron cohabitar con la luna, que estaba des­ nuda y deseosa de los barí, parajuntarse con ellos. Pero estaba muy 239. Para acercarnos al significado más amplio del «mito del paraíso» en las culturas primitivas, desde el punto de vista bistórico-fenomenológico, pue­ de consultarse: M. Eliade, Mitos, sueños y misterios..., 37-56. 76 ss.; Id., Imá­ genes y símbolos. Ensayos sobre el simbolismo mágico-religioso, Madrid 19742, 16-19; I d ., Tratado de Historia..., II, 165-168. El mito del mundo feliz, de la vida paradisíaca del «salvaje», del estado inicial en el que el hombre se en­ contraba satisfecho de sí mismo y en pacífica posesión de la tierra, animales, etc., ha sido decantado en toda la literatura clásica como un fenómeno uni­ versalmente reconocido. Representa uno de los mitos más incrustados en la conciencia humana de sus orígenes; y todas las culturas se proyectan hacia una misma aspiración de felicidad humana no realizada todavía.

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