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LOS BARÍ 665 en toda mitología primitiva, también en la suya se dejan sentir los acuciantes y constantes problemas humanos sobre el origen del mal, de las enfermedades y de la muerte. Repetidas veces hemos aludido al mito tan importante de la «Si- babió», en el que la tradición barí relata el origen de todo lo negativo: las cenizas de la viejecita son todo un símbolo bellamente expresivo de lo que barí consideran como mal radical que les está afectando en cuanto grupo. De ellas surgen todas las realidades que, de alguna for­ ma, están originando situaciones difíciles o males en la actualidad. Creemos que el símbolo de las cenizas nos expresa el reconocimiento de las limitaciones que su propia etnia tiene que soportar como prove­ niente de fuera de ellos mismos. A pesar de reconocer su incomparable ubicación geográfica, hemos visto cómo la tradición barí acude al mito de los orígenes para fundar y explicar su situación actual, no tan deseable: pérdida de sus terri­ torios, su confinación a determinados lugares... Todo ello a causa de existir otros grupos étnicos surgidos de las cenizas de la viejecita: «Si no hubiese existido Sibabió, tampoco existirían dabaddó, yukpa... y toda la tierra estaría poblada de barí. Sólo habría barí por todas partes de la tierra». Desde esa misma «situación negativa radical» se pretende, también, fundamentar y explicar los conflictos surgidos con dichos grupos distin­ tos al suyo. Por lo que respecta a los bienes culturales, hemos visto cómo se intenta fijar y consagrar los más mínimos gestos significativos y funciones de su propio estilo cultural en unos modelos ejemplares primordiales, insertados en el tiempo mítico. Pero de igual modo se dejan transparentar las motivaciones de la falta actual de progreso en sus aspectos materiales (construcción de casas comunales, conucos...) y de espíritu (iniciación a la vida del grupo, utilización terapéutica del tabaco contra las enfermedades y la muerte...). Nos encontramos aquí con una alusión clara a la culpa de algunos de su propia raza, principalmente jóvenes. Fue, precisamente, el mal comportamiento de algunos barí lo que motivó que Dababosá, Kassóso y Nunschundóu no llevasen a feliz término el mandato de Sabaséba de conducirlos a la plenitud en sus deseos de conquista total de los bienes culturales que ellos representaban, ofrecían y en los que iniciaban. Pero existe una circunstancia en sus mitos sobre Sabaséba, que expresamente hemos dejado para considerar en este momento, de im­ portancia capital en el propósito de nuestro trabajo. E l hecho al que 17

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