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658 D. CA ST ILLO CABALLERO naje se le define no por su origen, sino por sus funciones dentro de la comunidad barí. Lo que sí conviene anotar con carácter de cierta importancia para nuestro propósito es que aparece una vez que ya están organizadas la tierra y las instituciones sociales y con una función espe­ cífica señalada por Sabaséba. Ya existían la luz, la luna, las estrellas, los bohíos y otros bienes culturales de los que ya estaba disfrutando el pueblo barí. Aparece en la mitología barí atendiendo una orden de Sabaséba. Este le enseñó a Ourundóu el arte de hacer flechas y todo lo refe­ rente a la caza: «Haz flechas de todas las clases para los barí, de todos los tamaños, enséñales como yo te he enseñado e instruyeles en el arte de la caza». Este cumplió con su misión: les hizo flechas de todas las clases y tamaños («kokué», «sakbá», «karadoksá»...) para cazar. Y también cabuya para éstas («shdá»). También les enseñó todo lo que se refiere al arte de caza: cómo debía haber un encargado comunal («Duruscháisaibái»), cómo debían hacerlo en comunidad, nunca solos, cómo debían cazar los distintos animales: picure, monos, danta...; los distintos palos que deberían emplear para transportarla... E l mismo te­ nía muchos paquetes de flechas, de cordeles que regalaba a cuantos barí se los pedían, sacándolos de su depósito que nunca se agotaba. Sabaséba le mandó que, una vez que cumpliese su encargo, se fuese con el resto de los Saimadoyi a la región reservada para ellos. Desde entonces, los barí se construyen sus propias flechas y observan todo lo que Sabaséba le indicó a Ourundóu para ejercer el arte de caza. Creemos que el mito cumple la función fundamentadora de este bien cultural material. A l mismo tiempo, los barí celebran aquella institución cada vez que ellos repiten aquel acto primordial cuando Sabaséba ense­ ñó a Ourundóu y mandó enseñase a los barí. Creemos, también, que esto ha contribuido fuertemente a mantener hasta el día de hoy esta institución en sus más mínimos detalles. «Así lo mandó Sabaséba», como ellos mismos fundamentan por qué aún hoy día proceden de tal forma 236. to —surgir mitológico— y otra, en cambio, a su situación posterior. De to­ das formas, no tiene importancia dentro de su sistema mítico tal como apa­ rece en la casi totalidad de los relatos referidos a este personaje. En ellos queda bien precisada su diferencia radical de Sabaséba. 236. Respecto a la marcha de Ourundóu de entre los barí, hemos encon­ trado que alguno de los ancianos informadores lo confunde con Nunschundóu, que veremos luego. Así, le hacen desaparecer por motivo de haberle flechado un joven barí. También de su sangre brotaron mariposas. Creemos que, al no tener otras referencias sobre este detalle en el resto de nuestros informadores,

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