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LOS BARÍ 657 los van asando y comiendo. Se entera Kokébadóu que, junto con sus hijos y el barí que se metió en el hueco del árbol, logran matar a casi todos los Nischkú. Kokébadóu perdona la vida a algunos que no tenían en sus casas barí muertos como pescado. Desde entonces, el pueblo barí se reorganiza con los pocos que han quedado, sigue aumentando en número, si bien siempre con la amenaza de que aquéllos a quienes Kokébadóu perdonó la vida, vuelvan a repetir la misma operación... Creemos que este relato revela, principalmente, la respuesta etio- lógica de la tradición barí a su situación precaria en número y constan­ temente amenazada por los fenómenos naturales de las lluvias y por los ataques de algunos blancos. 2.2. Aspectos socioeconómicos Otro de los elementos que constituyen la forma de ser y de actuar del pueblo barí es su organización socioeconómica. Esta se encuentra, como hemos visto, en íntima relación con su organización social y en estricta dependencia de su medio ambiente cultural. Durante siglos los barí han permanecido fieles y aferrados a sus tradiciones socioeconómi­ cas. ¿Por qué? Ya señalábamos en la parte anterior de nuestro estudio algunas razones que podían explicar dicho fenómeno. Nos interesa, ahora, in­ vestigar motivaciones más profundas, de otra índole, partiendo del aná­ lisis de sus mitos en los que se nos relatan los orígenes de su organi­ zación socioeconómica, particularmente en los aspectos fundamentales: caza, pesca, agricultura, vestido, cerámica, fuego... 2.2.1. La caza La tradición barí introduce un personaje Saimadoyi para dar razón de la existencia de este fenómeno cultural de tanta importancia para la misma subsistencia del pueblo en medio de la selva. Es Ourundóu. También sobre este personaje existen dudas sobre su origen. Mientras unos afirman que «viene de donde sale el sol», otros, en cambio, lo hacen proceder de las primeras piñas amarillas partidas por Sabasé- b a 230. De todas formas, como ocurre en la cultura barí, a dicho perso­ 235. Para comprender estas diferentes tradiciones barí debemos situarnos en su mentalidad. En ella ocupa mayor importancia la misión de un persona­ je, al tratar de definirlo, que cualquier otro detalle por interesante que sea. Quizá en la diferencia apreciada en torno al origen de Ourundóu ce hallen entremezcladas dos intenciones distintas. Una que hace relación a su nacimien-

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