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LOS BARÍ 6 4 3 E l relato puede considerarse como uno de los más bellos de su mitología y más propio para analizar el sentido y la estructura feno- menológica de los mitos, junto a las costumbres de los barí. Basta con insinuar algunos rasgos. E l mito, hemos afirmado, no procede por lógica cronológica ni de contenidos. En efecto, extraña la facilidad con que dicho personaje se presenta en el bohío, no coincidiendo con el modo recatado de ser del pueblo barí. Se nos indica, también, las distintas costumbres y funciones según el sexo (son las mujeres las encargadas de recoger el a jí...). Pero lo que fundamentalmente se intenta en este relato, como lo hemos indicado antes, es dar respuesta a un fenómeno de la naturaleza inanimada que les llamaba poderosamente la atención. Encuentran, así, satisfecha su curiosidad ante éste o parecidos fenómenos, a los que aplican este mismo esquema mitológico, prescindiendo del espacio geo­ gráfico en que se encuentren. Nos revela, también, este mito concreto la proclamación de la exigencia comunitaria ante cualquier ataque al grupo o a alguno de sus componentes. Reacciona con rapidez todo él, como deben hacer hoy día los barí ante parecidas circunstancias. Por último, los narradores oficiales tratan de aplicar este mito, a situa­ ciones actuales, presentando una conclusión moralizante: el barí no debe ir nunca solo a cazar por la selva. Se encuentra en peligro constante. 2. M it o s c u l t u r a l e s Otra de las experiencias humanas que esperan respuesta profunda es la de los bienes culturales de un pueblo: la realidad socioeconómica en que vive, de la que depende y en la que se manifiesta su situación cultural necesita ser fundamentada. ¿Cómo se podría explicar la situa­ ción social y económica actual, si no fuese porque, en los tiempos p ri­ mitivos, hubiesen ocurrido algunos acontecimientos que la originaron? E l pueblo barí responde, también, a esta pregunta, intentando fundamentar la vida sociocultural en todos los elementos más repre­ sentativos, mediante narraciones etiológicas culturales que constituyen el núcleo de su cultura y en las que traducen tradicionalmente los va­ lores característicos de su propia etnia. Los relatos sobre el origen de los bienes culturales presentan una especie de carta fundacional que legitima todas las instituciones socioeconómicas a las que se refieren. No se trata, por tanto, de meras explicaciones etiológicas sobre cuándo,

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