PS_NyG_1980v027n003p0413_0708

630 D. CA ST ILLO CABALLERO Así, una vez que han narrado este acontecimiento primordial de los orígenes de todo lo que se manifestaba distinto a ellos, continúan el relato. Hacen desfilar de las cenizas de la viejecita a sus distintos personajes; los sitúan en sus lugares respectivos y les señalan algunas de sus funciones, teniendo en cuenta sus distintas características, tal como las presenta la tradición barí y las interpreta el narrador. 1.4.1. Los "Dabaddó” o grupo de los blancos fueron los primeros que comenzaron a desfilar de las cenizas resultantes de los palos blancos que el papá del niñito había quemado. De ahí su color tan caracterís­ tico y tan distinto al de los barí. De ellos salieron las distintas clases de blancos, principalmente los Dabaddó y Abirú Dabaddó. Salían de las cenizas blancas que se exendían por el aire. Iban muy lejos, hacia el Este. Según salían, se les oía gritar, reírse muy fuertemente por todos los lados; también se sentía el ruido de sus machetes especiales con los que abrían caminos para marchar, con mucho ruido. Según iban saliendo, cogían sus escopetas y las disparaban, para asustar a los barí. Estos intentaron seguirles, pero aquéllos corrían más y no pudieron alcanzarlos; se cansaban. E l nombre lo recibieron de Sabaseba, quien, según iban saliendo de las cenizas, les iba diciendo: «Vosotros os llamaréis Dabaddó». Y les señalaba la región que deberían ocupar a partir de entonces. Es toda la región por donde sale el sol. En sus cuatro direcciones: parte colombiana y venezolana... Es por lo que por estos lugares siempre se oyen voces y gritos que les hacen decir a barí: «Por ahí va Dabaddó y seguirá siempre siendo a sí» ...; por lo que los blancos viven lejos de los barí y poseen algunas cosas que los barí no tienen213. Los barí quisieron juntarse con ellos y ser sus amigos, pero ellos no quisieron. La interpretación que J. Jaulin ofrece en su libro antes citado adolece de mucha fantasía para poder ofrecer !a más mínima garantía antropoiógico-feno- menológica. Tampoco creemos deba interpretarse como condena de una situa­ ción de antropofagia primitiva en el pueblo barí, tan fuera de su contexto so­ ciocultural, según ya hemos indicado en la parte anterior de nuestro trabajo. Desde el punto de vista de la historia de la cultura, el presente relato pue­ de hacernos recordar la frecuencia con que la formación del mundo suele ve­ rificarse por medio de una muerte violenta. Las cosmogonías sacrificiales como causas promotoras del surgir de las diversas partes del universo aparecen en ciertos relatos mitológicos indoeuropeos y chinos (cf. V . Hernández Catalá, La expresión de lo divino en las Religiones no cristianas, Madrid 1972, 178 ss.; M. Euade, Tratado de Historia de las Religiones I, Madrid 1974, 124 ss.). 213. Una vez más, en este mito se confunden planos de realidad. Si bien aquél pretende responder al hecho cxistencial de los blancos, tal como surgie-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz