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628 D. CA ST ILLO CABALLERO pronto de que aquella carne era la de su hijito y no la quisieron comer. Entonces, se puso a cavilar sobre el modo de matar a la viejecita. A los pocos días, los papás fueron de nuevo al conuco, e invitaron a la abue- lita para que les acompañase. Papá preparó una trampa. Hizo con palos y bijao una especie de casita-pasadizo con horquetas bien b’ajitas, por donde forzosamente tenían que pasar. Cuando volvían ya del conuco, la viejecita venía cargadita con la canasta de yuca; pasó primero con cui­ dado, la mamá, insistiendo a la abuelita: "Pasa por aquí como he he­ cho yo” . La viejecita intentó pasar y, como apenas veía y andaba muy tor­ pe, se agarró con la canasta al palo, cayendo la trampa sobre ella y se mató. Entonces, el papá recogió leña, mucha leña, toda la leña que pu­ do; hizo fuego frotando palos con las manos e incendió los palos y toda la leña que estaba encima del cuerpo de la viejecita. Sobre su cuerpo echaron mucha leña, haciendo mucho fuego, echando leña de todas las clases de palos que encontraron en la selva. Y así, durante unos días, se quemó toda la leña que había echado sobre el cuerpo de lo viejecita. Cuando estuvo ya todo quemado, leña, palos, canasta y cuerpo de la viejecita y sólo existía ceniza, el papá vino a verlo. Oyó como voces, risas, gritos, silbidos... dentro de la ceniza. Luego, vinieron algunos barí también a verlo y oírlo. Entonces, uno de ellos, cogió un palo y comenzó a esparcir la ceniza por todos los sitios y en todas las direcciones. Según iba esparciendo ceniza, iban saliendo los Dabaddó (blancos), yukpa, gua­ jiros... Finalmente esparció más y salieron dos Daviddú (espíritus ma­ lignos) y, por último, todos los animales que conocemos hoy...». Este es el núcleo fundamental de la narración mitológica barí sobre el origen de los distintos grupos étnicos y de los animales, así como el de otros personajes interesantes de su m itología212. 212. En el análisis de la estructura significativa de este mito barí pode­ mos apreciar un núcleo fundamental, aceptado por todas las tradiciones y pro­ clamado por todos los narradores del mismo: origen negativo de todo lo que no perteneciese al propio grupo barí. Una vez más, se revela aquí la clara conciencia de su superioridad sobre cualquier otro grupo humano. Los barí actuales lo cuentan con esa picardía tan característica de su etnia, tomando conciencia de la faceta negativa que se pretende expresar. Todo lo que no per­ tenece al grupo barí tiene este mismo origen negativo. Para detectar esto, po­ demos anotar la anécdota siguiente. Sabiendo que en su historia los misione­ ros capuchinos eran tenidos como protectores, por el buen comportamiento que siempre han tenido con ellos, pregunté si también ellos procedían de la ceniza de la viejecita. La respuesta se hizo esperar unos momentos, porque se comprendía su significado. Pero inmediatamente obtuvimos el matiz: «Sí, proceden de las cenizas; pero de unas cenizas especiales». La pregunta nos la sugerió el relato de Akairagdóu quien, entre los que surgían de las cenizas, señalaba a los capuchinos, extrañándonos se indicase esta particularidad. Una prueba más de

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