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LOS BAR Í 625 que, sin duda, imponen respeto y sitúan al hombre en la selva ante el miedo y el asombro, ante lo insólito. Según la mitología barí, la lluvia («D iká i» ) es producida por una viejecita (Sibabió») barí que habita en el cielo. A llí tiene diferentes totumas («Bachukdú») o reci­ pientes de todos los tamaños, encima de la región de las nubes, que conserva bien tapaditos. Cuando la viejecita desea que llueva, destapa algunas de ellas y las va derramando sobre la tierra. Si llueve poquito, es porque la viejecita derrama totumas pequeñitas. Los aguaceros, en cambio, son producidos cuando derrama totumas grandecitas. E l viento se encarga de esparcirla por el espacio, por lo que la lluvia nunca cae juntita y sobre el mismo lugar. E l zamuro blanco está también encar­ gado de ayudar a la viejecita para derramar el agua de las totumas. Una vez más, en este mito aparece el gran personaje de la cultura barí: Sabaséba fue quien, precisamente, le encargó esta misión a la viejecita. Desde entonces, existe la época de lluvia y sigue lloviendo hasta ahora. Respecto al verano, o época de calor («Asókbarí»), sus mitos acuden también a los tiempos primigenios, cuando estaba Sabaséba entre los barí. Y lo explican así. En tiempos antiguos — el de los Saimadoyi— , cuando todavía Sabaséba vivía entre ellos, cierto día en que estaban preocupados por la cantidad de agua que llovía, Sabaséba mandó a Kokébadóu que enviase a sus hijos a recoger hojas de palmera real («Kukdá») para quemarlas. Una vez recogidas y puestas en un monton- cito, Sabaséba las quemó produciéndose, entonces, el calor, la época del verano. Hecha la prueba, Sabaséba señaló a Kokébadóu esta mi­ sión: «Tú te vas a encargar de echar "K ukdá ” (hojas de palmera real) para que se produzca el verano». Kokéba repitió la prueba. Mandó de nuevo a sus hijos a recoger de las hojas que Sabaséba le había señalado; hicieron el montón y Kokébadóu les prendió fuego y se produjo de nuevo el calor. Desde entonces, cuando Kokébadóu quema hojas de palmera real, se produce el calor. A veces, quema poquitas. Entonces, los ríos descienden un poquito, quedando con agua suficiente para pescar. Cuando quema mucho, en cambio, se secan aquéllos, hace mucho calor y no se puede pescar. Ocurre, a veces, que las hojas están algo verdes. Y es por lo que se experimenta todavía algo de frío. En la narración mitológica efectuada por Akairogbá, es interesante anotar el diálogo entre Sabaséba y Kokébadóu; aquél es presentado con cierto carácter de superioridad y como entablando un diálogo donde

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