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622 D. CA ST ILLO CABALLERO colgadas del cielo. Por eso lucen intermitentemente durante toda la noche. Otra tradición nos relata su origen de la siguiente forma: A l prin­ cipio, los barí se arañaban mucho cuando iban por el monte, cayén­ doseles de sus carnes gotas de sangre. De éstas salieron los insectos llamados «Totubí» (coyuyos), que brillan. Los barí los espantaban y fueron a fijarse en el cielo, desde donde alumbran de noche. Las estrellas hacen mucho bien a los barí, que se orientan por ellas en la oscuridad de la noche. 1.3.5. Los truenos ("Biddarí’’) y relámpagos ("Dibabá” ) Otro de los fenómenos naturales por el que los barí quedaban sor­ prendidos era el de los truenos («B iddarí») y relámpagos («Dibadá»). Dadas las condiciones climatológicas de su habitat, se explica que se formasen en ciertas épocas, con relativa frecuencia, particularmente en las orillas de los ríos, donde, como hemos visto, tenían sus casas comu­ nales y en las montañas que solían rodear el sitio que escogían para establecerse. Por experiencia personal podemos afirmar que resulta, en verdad, impresionante este fenómeno, sobre todo por la noche. En su afán de personificar y animar cuanto se relacionaba con ellos de modo sorprendente y extraño, la mitología barí los considera como personas, aunque no de su propio grupo étnico, ni de sus caracterís­ ticas somáticas. Los imaginan de color negro, con ojos y dientes blancos y adornados de una hermosa melena negra. Utilizan una especie de macana fuente, en forma de lanza grande y bien afilada, para fustigar con dureza a la tierra y rajar a sus habitantes cuando se enfurecen. Cuando bajan sobre la tierra, lo hacen de forma rápida, por lo que produce un estrépito t a i intenso que espantan y aterrorizan a los barí. A l subir, en cambio, lo hacen despacito, por lo que apenas se siente y como recogiendo sus tripas que, antes, han extendido. De ellos salen los relámpagos («Dibabá»), que son a modo de cabuya que se cuelga de los truenos y desprende el rayo cuando cae en tierra. E l trueno menea su caña brava («Schiká») que lleva adherida atrás y prende fuego a los montes y a los bohíos. Los relámpagos gran­ des se explican porque los truenos, entonces, llevan cabuya grande. Los pequeñitos se forman cuando llevan cabuya chiquita. Dentro de la mitología barí, los rayos desempeñan una función de peculiar impor­ tancia, señalada por Sabaséba en los tiempos primordiales. Son los

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