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LOS BARÍ 611 cintas magnetofónicas y confirmados en diálogo con nuestros informa­ dores apuntan a esta situación de falta de fundamentación primitiva: «A l principio, nos relatan, no existía luz, ni agua, ni sol, ni estrellas... Todo era oscurito». Tampoco existían los bienes culturales: «Tampoco existía pescado, comida, fuego, agua, ni bohío, ni gente alguna...». La tierra no estaba configurada como ahora: «Todo era monte, sin llanura alguna...». Solamente existían piñas («Nangardú») y algunos arbustos: naturaleza en bruto, sin orden. ¿Qué es lo que se pretende significar con este lenguaje tan carac­ terístico? ¿Qué intenciones podemos descubrir desde el punto de vista fenomenológico religioso? Si tenemos en cuenta el pensamiento mítico de otros pueblos primitivos, llegamos a la conclusión que, en el fondo de la estructura significativa de esta forma de expresarse, se nos está manifestando la proyección hacia la búsqueda de sentido profundo de un mundo que se encuentra ahora ordenado y que se considera desorde­ nado «en sus principios». Todo este lenguaje apunta a un modelo de transformación de aquél. E l lenguaje utilizado de «tinieblas, oscuri­ dad...», nos está revelando un símbolo de totalidad falta de orden y de sentido: un verdadero «caos». E l caos, según este mito cosmogónico barí, es el estado original del cosmos actual. A l presentar al universo de este modo, se nos está indicando su «falta de forma primigenia». E l mundo, en sus principios, era una masa homogénea y compacta en la que no era discernible forma alguna, se hallaba sin sentido. En una palabra, era homologable al caos. E l mito barí, remitiéndonos a dicha situación originaria, busca la razón de por qué ahora se encuentra este mismo mundo con orden, con sentido, tratando de «formalizarlo» y sacándalo de su estado p rimordial200. Es entonces, en este momento de los orígenes, cuando la mitología barí hace entrar en escena a un personaje muy significativo y de impor­ tancia capital en toda la cultura barí: Sabaséba, cuyo significado eti­ mológico es «viento suave». Un personaje que pervade toda su cultura 200. El mito cosmogónico barí ce sitúa, así, dentro de la estructura de un gran número de mitos del origen del mundo, según los cuales, el estado original del mundo es el «caos», en el que no es discernible ninguna «forma». Se pretende, por tanto, estructurarlo, dándole forma y normas de orientación íundamentadoras de su nueva realidad, completamente distinta a su anterior situación. Para este tema, cf. M. Eliade, Structure et function du mylbe cos- mogonique, en Varios, La naissance du monde, Paris 1959. Para el tema de «las tinieblas», cf. Eliade, Le mytbe de l’éternel retour : archetypes et répéti- tion, Paris 1949.

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