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5 7 2 D. CASTILLO CABALLERO dar desde antiguo a este canto no es estrictamente religioso, como afirma Villamañán 181, ni la de significar o «ser una alianza entre los hombres y los animales», como afirma Jaulin I82. Se trataba simplemente de profundizar en los vínculos de amistad étnica entre los miembros de varios grupos comunales y de favorecerla. E l ritual era sencillo. Cuando miembros de un grupo barí ¡legaban a otro bohío, esperaban silenciosos en la puerta de entrada hasta que los identificaban y el «Ñatubái» o jefe de aquél les autorizaba a entrar. Una vez dentro, co­ municaban el objeto de su visita, conversaban con ellos, se les invitaba a la comida y seguidamente se organizaba el canto del bohío. Los barí varones se distribuían por parejas (un visitante y otro anfitrión). Era un canto reservado a los varones ,83. Se situaban en el chinchorro, uno acostado y otro un poco sentado, dándose la espalda. A l lado del chin­ chorro, en la pared del bohío, clavaban un manojo de flechas e iniciaban el canto dialogado. Mientras cantaban, con una mano cogían el mecate que sostenía el chinchorro, llamado «Kashibú», para balancearse y el otro brazo lo colocaban en forma de arco sobre la cabeza, hasta poder tocar con la mano la oreja opuesta. Cada pareja cantaba su canción indistintamente, mientras los dos se estaban hamacando en dirección contraria. Se in i­ ciaba al final de la tarde y así pasaban toda la noche, hasta la madru­ gada. Durante el día, descansaban o trabajaban y, a la noche siguiente, volvían de nuevo a repetir la misma escena, permaneciendo así durante una semana y, a veces, durante más tiempo. Cada noche, después de realizados sus cantos, se intercambiaban el regalo de flechas. De ahí el nombre de este canto: Cántico «Chí» (flechas). E l contenido de este canto solía ser diverso, sobre todo compren­ diendo el tiempo que duraba. E l esquema era el siguiente: después de una introducción o llamada de atención en la que se pedía atención a lo que se iba a decir, se narraban aventuras de caza, principalmente, pero también de pesca, tradiciones... A veces, se daba rienda suelta 181. Cf. a. c., 21. Dice textualmente: «La finalidad de estas canciones es para conseguir las bendiciones de los basunckimba para los habitantes del bohío: para que tengan buena caza, buena pesca, buenas cosechas, etc. Los basunchimba se alegran mucho, cuando ven así cantando a sus hermanos barí». 182. O. c., 352. 183. En contra de lo que afirma A. de Villamañán (a. c., 20): «Pueden sentarse juntos o bien dos del mismo sexo o un hombre con una o dos mu­ jeres». Parece confundir este canto con otros que hemos examinado anterior­ mente.

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