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L O S B A R Í 549 referencias» diverso al que se manifiesta más superficialmente, nuestros informadores acudían siempre a la misma respuesta: «Así lo mandó Sabaseba e hicieron los antiguos y así hacemos también nosotros»... Ciertamente estas interdicciones son normas de sabiduría popular acumulada a lo largo del tiempo, que pretendían responder a situaciones vitales. Pero lo que no aparece tan claro es la conexión entre las prohi biciones y las consecuencias que de su incumplimiento se desprenden. La mayoría de estos tabús podemos encuadrarla entre los que Fra- zer llama «tabús homoepáticos» 152. Cuentan con motivos razonables, pero no absolutamente válidos. Creemos que tales prohibiciones son creaciones culturales vinculadas a situaciones distintas a las nuestras y que parecen proyectarse hacia un modelo originario de comportamien to grupal que, quizá, hasta a los mismos barí actuales les resulte des conocido. No nos resignamos a admitir simplemente las motivaciones de tipo utilitarista, tal como aparecen insinuadas en las reacciones auto máticas de la fuerza que contienen. Abogamos, más bien, por otras más internas y profundas, basadas en la manera de actuar los antiguos barí y que han perdido ya el punto de referencia: el «desde dónde» y el «por qué» surgieron. Desconocemos su contexto histórico genético concreto y los mismos barí actuales sienten la misma dificultad de comprenderlas: no resultan inteligibles ni para nosotros ni para ellos. Pero precisamente es esto lo que está indicando la naturaleza íntima del tabú propiamente dicho: su ininteligibilidad práctica. Cuando el hombre, sobre todo el primitivo, se encuentra ante situaciones no per ceptibles de sentido inmediato, como ciertas enfermedades, etc..., acude a justificarlas desde unas fuerzas incontrolables que resultan adversas, particularmente en determinados momentos. En definitiva, parece que se pretenden justificar por la aversión, el miedo a lo sorprendente, lo insólito, lo numinoso en su perspectiva de funesto, que no es explicable por las reglas comunes de interpreta ción de la vida normal. Detrás de estos tabús existe un valor simbó lico con el que se apoya el procedimiento tradicional, tipos de conducta que se pretenden justificar. Podría explicarnos por qué el pueblo barí no ha creado tabú alguno sobre el Ñatubái, o jefe, como con frecuencia encontramos en pueblos primitivos (y en otros más cultos). Creemos que el motivo engarza con lo que acabamos de indicar y avala nuestra interpretación: en la 15 2 . J. F . F r a z e r , Les origines magiques de la royauté, P a rís 19 2 0 , 5 3 .
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