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5 3 6 D . C A S T IL L O C A B A L L E R O leña con facilidad y rapidez; el algodón que se colocaban en los collares de las niñas, traía buena suerte, para que aprendiesen a tejer bien y con rapidez en el futuro; el gusano de seda («Kassóso») fue el que enseñó a los Saimadoyi a hacer bohíos y se le ponía para que, cuando fuesen mayores, fuesen unos constructores rápidos y buenos de la casa comunal. La mayoría llevaba, por tanto, el significado de estimulante y de reproductor de lo que indicaba. Las mujeres se rodeaban la muñeca con hilos de algodón «para aparecer bonitas»; y los hombres llevaban una especie de brazalete en la muñeca para fortalecerla en orden a la pesca y a la caza. La artesanía era también de tipo muy primitivo, pero realizada con dedicación y primor. La mujer era la encargada de realizarla. Emplea­ ban «Kará» o «Karaná» (algodón). Las mujeres buscaban la semilla de algodón en grupo, la sembraban, recogían, sacudían al sol, amon­ tonaban y se ponían a tejer, cuando se encontraba ya bien seco. Para esta tarea empleaban un huso sencillo («Shirakána») que me­ día de 30 a 40 cm. de largo por 8 cm. de grosor, con un contrapeso redondeado, hecho del caparazón de la tortuga, atravesado por un palito de macana, colocado cerca de la extremidad distal que permitía girarlo con toda facilidad 14?. Cada familia tenía su propio telar («Kar- kobáira») dentro del bohío. Lo construía el propio marido para la mu­ jer, según el tamaño de la tela que se iba a tejer. Era un bastidor clavado en la tierra en dos troncos de macana, terminando en hor­ queta, uno y otro en la parte inferior, formando un marco vertical, típico entre los chibchas. En él empleaban las mujeres la mayoría del tiempo libre, fabricando las distintas formas de tejido según el destino 146. Preguntados si se solían pintar por otros motivos, por ejemplo con ocasión de peleas con otras tribus..., su respuesta fue siempre negativa. El barí no las utilizaba como otras tribus primitivas con este motivo. Entre los collares, llevaban, a veces, algunos elaborados con cable eléctrico, fruto del pillaje verificado en haciendas próximas o del abandonado por las Compañías petroleras. 147. Cf. A. de V il l a m a ñ á n , Primeros días..., 324; Id., Cosmovisión..., 23; A . R. P o n s - O t r o s , e. c., 46. Nos sorprende la afirmación que hace C. de Armellada: «no conocen el telar; sólo retuercen fibras vegetales para cuer­ das» (Los motilones..., 83), cuando ya Guillén en 1772 aludía expresamente a este hecho: «...ocupan el resto del día en hilar hilo de algodón y pita y tejer mantas para coberteras de su honestidad y la de los varones, sacar corcuisa y pita y torcerla para tejer chinchorros de dormir, hacer cuerdas de arcos» (Diario..., 276).

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