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5 2 6 D . C A S T IL L O C A B A L L E R O Es otra de las ocupaciones preferidas del barí y otro de los medios básicos de subsistencia. Los ríos que atraviesan la selva barí son ricos en pesca {«Kaktü»), Para organizar y dirigir la pesca existía, también, un encargado oficial, llamado «Taisáisaibái» —jefe de la pesca— . Una vez concertado el día, la hora y el lugar en un diálogo amistoso entre el jefe de pesca y el resto de los varones, éstos solían untarse los brazos con tabaco para adquirir fuerza y suerte. El primero en salir era el encargado ofi cial de la misma, a quien seguían los varones y, luego, las mujeres y niños. La pesca, a diferencia de la caza, era considerada como función de todo el grupo comunal: contribuían a ella todos los miembros del bohío —hombres, mujeres y niños— que no se encontrasen impedidos por fuerza mayor. Aunque cada uno con sus propias funciones, distintas y bien definidas por la costumbre recibida de los antiguos. Los varones se dirigían hacia el lugar señalado con largos chuzos («Schuddá» —especie de flechas de unos tres metros— ), y machetes («Agdabái»); las mujeres y niños con las distintas cestas para trans portar el pescado. Llegados al lugar, los hombres se situaban en la parte de arriba del río, donde construían una represa («Birobirokiró» o «Kiróra») para desviar el agua de su cauce normal y secar el río por aquella parte. Las mujeres y niños, por su parte, realizaban idéntica tarea en la parte de abajo del río, donde se necesita menos esfuerzo. Levantada la represa, con toda clase de piedras, se cubría con hojas de bijao la parte inferior de toda ella, para que, al filtrarse el agua, no se escapase pescado alguno. Y se iniciaba la faena con alegría y gran regocijo. Los hombres se colocaban en diversas filas sirviéndose de lancetas, macana o chuzos y machetes. Según iban pescando, mordían la pieza en la cabeza o la decapitaban con el machete, insertándola, luego, en un bejuco debidamente preparado con anterioridad. Afilaban la macana y proseguían la operación. Y de esta forma hasta terminar. Las mu jeres se dedicaban a pescar con la mano los corronchos que se encon traban entre las piedras y rocas de las orillas del río. Los niños, mien tras tanto, jugaban con el agua o imitaban a los mayores en sus faenas, según el distinto sexo. Aunque los barí conocían venenos y otras sustancias estupefacientes que aturdían o paralizaban a los peces, no los empleaban, según nos atestiguan. Tampoco empleaban anzuelos 2.2. L a p e s c a
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