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5 2 4 D . C A S T IL L O C A B A L L E R O gian en cavernas y lugares montañosos impresionantes, según nos ates­ tiguan. Nuestros informadores nos proporcionaron algunos detalles de cómo la realizaban. Pero ha sido Gregorio Alvarez quien, en su reciente visi­ ta a España, ha completado el informe de forma directa, desde su propia experiencia última. La caza de los guácharos es una de las acti­ vidades más sobresalientes y tradicionales barí y que preparan con más entusiasmo. La descripción del lugar («Yakokóukái» o «Sitbayíkái»: casa de los guáchaios o de los Sitbayí) es la siguiente: la cueva en la que se efec­ tuó la cacería está situada en la parte correspondiente al antiguo bohío «Okuátrikái», cerca del río Wairí. Era la preferida por los grupos de la zona de Bokshí, Orokori... De formación natural, producida por el agua, rocosa, con abundantes estalactitas y estalagmitas; de longitud incalculable (más de cuatrocientos metros; habiéndolas de varios kiló­ metros), con un desnivel de unos 800 ms. desde la entrada hasta el suelo más profundo. Con temperaturas bajas de 5 a 10 grados bajo cero; fuerte humedad, debido al río y transpiración de las paredes; completamente oscura, con coloridos indescriptibles en sus rocas y produciendo una sensación espiritual verdaderamente impresionante. La caza se organiza principalmente en primavera. En ella participa todo el grupo: hombres, mujeres y niños. Cada cual con su misión funcional específica y bien organizada, participando todos activamente: hombres y mujeres. Comienza con el desplazamiento hacia el lugar de varios hombres —preferentemente ancianos— para inspeccionar el sitio y las posibilidades del resultado feliz, tanto en la cuantía de la caza cuanto en lo que al terreno se refiere. Si el resultado de inspección es positivo, el grupo se organiza y se pone en marcha. Se destacan unos cinco o seis varones, cuya función es la de tapar durante el día la puerta de entrada de la cueva, para evitar la salida de los guácharos; labor que realizan con hojas de palma grandes. Las mujeres llevan ca­ nastas suficientes con yuca, como alimento que han de utilizar durante el tiempo que dure la cacería, y para transportar la presa. Los hombres caminan libres, con los arcos y las flechas necesarias y con teas para emplearlas estas últimas dentro de la cueva. A la llegada del grupo al lugar escogido, se organiza el campamento a las órdenes del Ñatubái o jefe. Se prepara un ranchito para pasar el tiempo de la cacería y los varones se dedican esa misma noche a explorar la región. El día siguiente los hombres lo destinan a la caza

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