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L O S B A R Í 5 1 9 a esto le condujo lo reducido de su unidad económica, a la que respon día desde unos niveles mínimos, pero que le satisfacían. La falta de contacto con otras culturas de economía más avanzada que dejase la impronta de la necesidad de una mayor productividad y de intercambio de mercancías, obstaculizó el progreso cultural y socieconómico. El concepto mismo que el barí tiene formado del trabajo es, sin duda alguna, muy primitivo: como simple medio de adquirir lo que necesita para el sustento diario de él y de los suyos. En consecuencia, el barí trabajaba cuando se sentía urgido por la necesidad inmediata. «Vivir al día» es una de las cualidades más sobresalientes de su forma de interpretar la vida. El trabajo no aparece, en modo alguno, como medio de acumular bienes y hacerlos rentables. El ahorro, la supera ción, el desarrollo mediante una mayor productividad competitiva, es incomprensible para el barí. Se contenta con aprovechar los recursos espontáneos del medio ambiente y utilizarlos para sus necesidades in mediatas. La cultura barí es protomorfa, no especializada. De ahí que su economía esté basada en la caza, la pesca y en una rudimentaria agricultura, cuyas técnicas se van repitiendo con los modos ancestrales, tal como las recibieron de los Saimadoyi, sin espí ritu creador alguno. Cuando a un barí se le pregunta, por ejemplo, por qué pescan, cazan, etc..., determinada manera, la respuesta es siem pre la misma: «Así lo enseñó Sabaséba a los Saimadoyi, para que da la misma forma lo hiciéramos siempre los barí». Con ello pretenden fundar hoy, aún inconscientemente tal vez, un sistema precario de economía y darse razones de su plena satisfacción en su modo actual de vivir. El sistema de intercambio, propio de sociedades más desarrolladas, no existía entre ellos. En el sistema socioeconómico barí no hay acumu lación de riqueza, ni permite excedentes de producción. El comercio queda yugulado, por tanto, desde el momento en que no se produce más de lo que se consume. No existe entre ellos comercio mudo, o de trueque, ni monetario. Los alimentos no son susceptibles de cambio para ellos. Tampoco se da el fenómeno de venta de superproducción; ni la posesión de determinados productos se adscribe a jefes en virtud de su linaje, fomentando la existencia de clases sociales hereditarias, como acontece en otras tribus primitivas. El poder adquisitivo de los bienes fue ignorado durante siglos por ellos. El barí se siente, ante todo, libre, sin pretensiones de acumulación, que condicionaría su vida en la selva. Organizar de otra forma su
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