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518 D . C A S T IL L O C A B A L L E R O Cuanto más primitiva y menos desarrollada es una civilización, tanto más se presenta en estricta dependencia del medio ambiente natural y más se hace notar en ella el sistema económico vigente. Este supedita, en gran medida, el modo de vivir de un pueblo y de sus instituciones sociales, a la vez que éstos hacen sentir su influjo en aquél. La economía asegura la vida del hombre mediante la obtención de alimentos, del vestido y la elaboración de los bienes culturales mate­ riales para hacer frente a las necesidades más urgentes de un pueblo. El pueblo barí aparece en su organización socioeconómica en fuerte dependencia de su medio ambiente natural. De tal forma afecta a aquélla que, durante siglos, se manifiesta realmente con pocas posibili­ dades de transformación en su forma de organización social y econó­ mica. Ya hemos analizado anteriormente cómo su organización social se ha mantenido intacta a lo largo del tiempo. Por lo que respecta a su organización socioeconómica, parece no haberse producido transforma­ ción importante alguna. Durante siglos, los barí han permanecido fieles a su vida y modo de obtener los alimentos y de transformar su téc­ nica en dicha adquisición. Con razón se ha escrito: «Dentro de su evolución y en conformidad con su mentalidad, el nivel de vida del motilón corresponde a sus aspiraciones del momento. Es feliz con lo que tiene, mientras no se le quite. No aspira a mayores cosas. Le sobra poder vivir holgadamente; tener abundante caza y pesca; que su mujer le corresponda y que sus hijos crezcan felizmente» a*. Lo que no se ha preguntado este autor es por qué no ha sentido otras aspiraciones. La respuesta no debe darse, sin más, desde la forma del ser del barí. Naturalmente que esto influye. Pero no basta. Creemos que se ha llegado precisamente a esa situación por una especie de determinismo ecológico y económico, difícil de superar en tales cir­ cunstancias. En efecto, la falta de inventiva en búsqueda de nuevas aspiraciones hizo de los barí un pueblo satisfecho en pacífica posesión de sus necesidades humanas elementales más o menos cubiertas. Pero se encuentra una fotografía que avala esta afirmación: Ukshurí con parte de su familia. Todo esto nos hace considerar injusta la afirmación de Alcacer de que «los motilones roban mujeres y niños mestizos aún hoy» (El indio moti­ lón..., 48). 124. A . de A l c a c e r , L os barí..., 61. 2 . O r g a n i z a c i ó n s o c i o e c o n ó m i c a

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