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LOS BARÍ 5 1 3 costumbre nada de criticable; antes bien, era considerado como gesto de fraternidad, de elegancia y de reconocimiento de mutua amistad " 9. Por último, se veían también precisados a relacionarse y unirse cuando eran atacados por otros grupos extraños, no barí. Los mitos y tradiciones relatados por sus ancianos narran con frecuencia hechos belicosos contra las yukpa y blancos. Todos los grupos comunales barí, aunque perteneciesen a zonas distintas, acudían con rapidez para de­ fender sus intereses de grupo, particularmente su territorio, tantas veces amenazado a lo largo de su historia. Exceptuados estos casos especiales, cada grupo vivía en absoluta independencia dentro del propio territorio y organizaba su vida comu­ nal respetando sus tradiciones y siendo respetado, a su vez, por todos los otros grupos. 1.2.5. Su relación con otros grupos étnicos La leyenda ha descrito a los barí como un pueblo belicoso y penden­ ciero. Como ya hemos visto, nada más extraño a la realidad y a su tradición cultural. El pueblo barí se presenta en sus tradiciones como gente pacífica, reposada, dueña de sí misma y con un alto concepto de paz. Fue ésta una de las recomendaciones que Sabaséba dio a los Sai- madoyi y que con más interés repiten los ancianos en sus relatos. Sin embargo, en sus mitos y relatos tradicionales se nos habla con cierta frecuencia de hechos violentos con otros grupos étnicos. Parti­ cularmente con los blancos y los yukpa. 11 9 . Sobre estos ritos de entrada, pueden consultarse A . de A l c a c e r , o. c., 6 5 -6 7 ; O . D ’E m p a ir e , Introducción..., 2 9 2 ; R . J a u l in , o. c., 3 0 ; A . de V il l a - m a ñ á n , Cosmovisión y religiosidad barí..., 2 0 . Esta costumbre de hospitalidad no se realizaba sólo con el Ñatubái, o jefe de los distintos bohíos, sino con cualquier visitante mayor que cumplimentase los requisitos antes indicados. Tanto en Bokshí como en Saimadoyi insisten que no se cedían las propias mujeres, sino alguna de sus hijas. El ceder esposas en ciertas ocasiones a los visitantes de otros grupos es una práctica muy difun­ dida entre los primitivos. Se han aportado distintas explicaciones. No creemos que en nuestro caso pueda admitirse como si se tratase de una supervivencia de la promiscuidad o comunismo sexual primitivos, o mancomunidad de mu­ jeres que, como hemos visto, nunca existió en el pueblobarí. Más bien lo con­ sideramos como señal de amistad. Rehuir este signo sería considerarse enemigo del que lo ofrece. Para un estudio más detallado de este tema antropológico, puede consultarse E. W e st e r m a r c k , The History of Human Marriage, Londres 1925, vol. I, 224-230, con abundantes referencias bibliográficas y etnológicas.

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