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LA HUMANIDAD DE CRISTO EN. 351 La humanidad del Señor, se muestra en dos estados: paciente y glorioso. El primero corresponde a los días de su vida terrena. El se­ gundo es el estado de gloria que tiene desde el momento de la re­ surrección, y que es su estado actual. Después hemos analizado los textos de la santa y hemos hallado que santa Teresa siente y ve la humanidad de Cristo «casi siempre» resucitado y glorioso; alguna vez, pocas, se le muestra paciente, en el huerto, con la corona de espinas o cargado con la cruz, siempre para fortalecerla en algún trabajo; este Cristo que sufre tiene la carne glo­ rificada. Está en la misma línea que señala la Iglesia. Textualmente lo vemos en la santa: «Casi siempre se me presentaba el Señor ansi resucitado, y en la Hostia lo mismo, si no eran algunas veces para esforzarme, si estaba en tribulación, que me mostraba las llagas, algunas veces en la cruz y en el huerto y con la corona de espinas pocas, y llevando la cruz también algunas veces, para, como digo, nece­ sidades mías y de otras personas, mas siempre la carne glorifica­ da» (Vida 29 , 4 ). 2. Las fuentes literarias que santa Teresa manejó nos han ayudado para ver la influencia que ejercieron, o pudieron ejercer, en ella los maestros en su concepción de la humanidad de Cristo. Se debe tener presente el modo cómo se reflejan estas influencias. Pocas veces, aunque algunas, podremos constatar la influencia concreta de los maestros y la originalidad de la santa; otras, las más numerosas y que ofrecen una línea continua debemos buscar nuestro objetivo «fuente-originalidad» en el contenido ideológico-espiritual de ambos. Es más difícil realizar un análisis exacto en este campo fluctuante e im­ preciso, porque santa Teresa cita de memoria o simplemente alude. Existe una razón clara y conocida: a la santa sólo le interesa la idea que enseñe o edifique a sus lectoras (cuando escribía pensaba en sus monjitas descalzas) y deja en la penumbra al autor de la misma o al libro donde la leyó. Santa Teresa no quiere «erudición». Este hecho real y patente en todos sus escritos, dificulta el trabajo investigador que se encuentra en un campo impreciso, aunque de encantadora impre­ cisión.

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