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II SEMINARIO DE HISTORIA DE LA. 347 preocupación, como lo demuestra la filosofía de R. Llull y la que se refleja en nuestra literatura. Vio en esta contraposición una de las claves para interpretar el pensamiento hispánico. J. L. Gómez-Martínez y Nelson R. Orringer trajeron al Seminario los aires hispanizantes de los profesores españoles que viven en U.S.A., donde trabajan en pro de nuestro patrimonio cultural. El primero presentó un panorama prometedor en su visión de la filosofía hispánica en diversas repúblicas, como Méjico, Perú, Chile, etc... El segundo se limitó a informar sobre los trabajos del grupo de «Los Ensayistas», testigos de excepción de la vigencia de lo hispánico en aquel gran país. Una vez más el grupo hispanista de Toulouse ha traído su mensaje entusiasta a Salamanca. La ponencia del prof. Alain Guy, director de E.R.A., puso en relieve las traducciones al francés de filósofos espa­ ñoles, como R. Llull, Vives, Pérez de Oliva, Sabuco de Nantes, Vitoria, Mariana, Gracián, Piquer, etc... Pese a su gran modestia nuestro his­ panista no pudo menos de hacer alusión a su propia condición de comentador y traductor de Vives, Unamuno, Ortega, J. Marías, etc... Como comentario a su labor no podemos menos de hacer resaltar el que nuestro Rey de España, Juan Carlos I, le haya condecorado con el Collar de Isabel la Católica. Su obra y la de su equipo ha sido, sin duda, la máxima irradiación organizada de la filosofía española en Europa. Otras aportaciones muy interesantes dieron los hispanistas de Tou­ louse. Desde una práctica metodológica plural (filosofía comparada, ins­ titucional, estructural y psicoanalítica), D. Quentin-Mauroy comentó con gran brillantez la Exposición al libro de Job de fray Luis de León, poniendo de manifiesto la impregnación neoestoica del mismo y el ca­ rácter esencialmente místico. J. Cobos subrayó, con cierta visión uni­ lateral según mi punto de vista que amigablemente le manifesté, la significación del escepticismo hispánico de finales del siglo xvi en orden a una posible elaboración de una nueva filosofía que en España se malogró, tal vez debido a presiones extrañas a la misma. Mme. Lucienne Domergue examinó los conatos que tuvieron lugar a fines del siglo xvm para elaborar un texto universitario de filosofía, adecuado a la nueva situación de la ciencia. Se detuvo en la obra del P. Villalpando, que quiso ser una apertura a los nuevos saberes. Halló, sin embargo, múl­ tiples dificultades tanto por parte de su orden —era franciscano-capuchi­ no— como de las instituciones académicas. Reine Guy presentó un tra­ bajo, leído por su esposo Alain, sobre la teoría de la expresión en Fr.

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