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334 BERNARDINO DE ARMELLADA Otro aspecto se centra en la enseñanza sobre la purificación ultra- terrena. El dogma cristiano del purgatorio ha tenido una versión tra­ dicional de «lugar de sufrimiento». Las categorías de un proceso sub­ jetivo de maduración hasta el encuentro en plenitud con Dios conservan la intención real de la doctrina y parecen concordar mejor con los ele­ mentos de la moderna antropología. Se trataría de una experiencia mís­ tica del encuentro con Cristo, en que el elemento purificador y doloroso tendría una cabida inversamente proporcional a la disposición subjetiva, efecto de la caridad durante la vida temporal. La Congregación para la Doctrina de la Fe tiene en vista estas diferencias cuando señala como indiscutible: a) «la supervivencia y la subsistencia, después de la muerte, de un elemento espiritual dotado de conciencia y libertad»; b) la manifestación de Jesucristo nuestro Señor «como distinta y aplazada con respecto a la condición de los hombres inmediatamente después de la muerte»; c) la exclusión de «toda forma de pensamiento o expresión que haga absurda e ininte­ ligible la oración, los ritos fúnebres, el culto a los muertos» tradicional en la Iglesia y la excepcionalidad de María en su Asunción en cuerpo y alma al cielo. Pienso que la visión más desmitologizadora traspasa peligrosamente esos límites. Y, por otra parte, lo hace desde presupuestos no demostra­ dos, como es la fiabilidad antropológica del esquema llamado semita, y una relación del hombre con Dios en que se niega a priori el orden sucesivo después de la muerte. Pues tendría que demostrarse como imposible la sucesión de momentos en el contacto inmediato con Dios. No puede olvidarse que el Hijo de Dios asume la historia humana sin destruirla. Además de que, puestos a desmitologizar el desarrollo rec­ tilíneo del encuentro con Dios para reducirlo a un punto sin sucesión, la santificación del bautismo tendría que ser ya la resurrección final. Algo así como la desmitologización bultmanniana al revés: en vez de reducir lo divino a la categoría de la decisión humana, se sublima y volatiliza lo humano en el momento divino. El realismo de la muerte de Cristo, que entregó su espíritu, fue enterrado y al tercer día resucitó de donde pusieron su cuerpo muerto, debería ser el punto de partida ejemplar para todas las resurrecciones, en vez de ser recordado casi accidentalmente como una dificultad que algunos solucionan a fuerza de desmitologizaciones despiadadas. 2. Otro punto de mira en el mismo tema escatológico es la «pa- rusía» o venida gloriosa de Jesucristo. J. Vilches señaló como tareas

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